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Crítica de Forolibro


Forolibro
22 November 2021
- GUSTARÁ:
A los lectores que les interesan los asuntos cotidianos, pero observados desde la óptica de una ficción que permite plantearse más preguntas que respuestas. Novela para todos aquellos que degustan con fruición los what if (¿qué pasaría si…?). A los amantes de los juegos de sentimientos que van, vienen, se moldean, cogen impulso… Lectura para todos aquellos que piensan que las cosas se pueden hacer de varias maneras y que no hay un camino trazado y marcado para los pasos dados.

- NO GUSTARÁ:
A todos aquellos que no terminan de interesarse por la fusión de géneros. Hasta que la muerte no nos separa parte de una premisa fantástica, pero toma unos derroteros de tragicomedia sentimental y de reflexión interna con un protagonista que se encuentra entre dos tierras y que no termina de adaptarse a ninguna de ellas. Tampoco será la lectura predilecta de los lectores de contenidos más cercanos a la pura fantasía novelada.

- LA FRASE:
«… Si pensase que existe un ente divino, desde luego que no se podría negar que se gasta una ironía fina. Pero, a mi edad, y con todo lo vivido, tiendo a creer que el universo en sí es un ser vivo autónomo, con mecanismos internos para corregir sus propios errores, con una utópica aspiración a alcanzar el equilibrio en cada uno de sus átomos. Átomos binarios. Hoy recuerdo dos vidas, y pronto no recordaré ninguna ».

- RESEÑA:
Hoy traemos para reseñar: Hasta que la muerte no nos separe de Jesús Garzás. Una fábula contemporánea sobre las segundas oportunidades (nunca tan literales como en la presente novela), los sinsabores y las aristas que acontecen a aquel que parece que tiene todas las cartas ganadoras en su mano. Incluso al que le han chivado las preguntas del examen puede que los nervios le atenacen en el momento de afrontarlo, ya que una cosa es la teoría y otra la práctica. La presente novela pica de varios clásicos narrativos para introducir una concepción diferente en el abordaje de la eterna pregunta del ¿qué ocurriría si pudiera cambiar el pasado y tomar decisiones diferentes? Estamos ante el eterno dilema del causa / efecto físico, cósmico y filosófico que con respecto a la narración ficticia se ha explorado en numerosas variantes. En el apartado fantástico tenemos obras como El cielo se equivocó (Emile Ardolino, 1989), Reencarnación (Jonathan Glazer, 2004) Atrapado en el tiempo (Harold Ramis, 1993), Destino final (James Wong 2000), al filo del mañana (Doug Liman, 2014) o las inmortales: ¡Qué bello es vivir (Frank Capra, 1946), basada en el cuento de The Greatest Gift (El mayor regalo), escrito por Philip van Doren Stern en 1943 y Cuento de Navidad (Charles Dickens, 1843). Respecto a los clásicos viajes en el tiempo tenemos un plantel amplísimo que transita desde HG Wells hasta Stephen King, pasando por Robert Zemeckis y el Ministerio del tiempo de Pablo y Javier Olivares; y sin olvidarnos del Anacronópete de Enrique Gaspar publicado en 1887 (publicado trece años antes de la insigne obra de Wells. Así que, por tanto, es posible decir con razón que la primera máquina del tiempo literaria es española). En otro apartado de Hasta que la muerte no nos separe está el plano más humorístico e irreverente con el ejemplo de ¡Mira quien habla! (Amy Heckerling, 1989). de todo esto hay en esta obra. Jesús Garzás pone su granito de arena a este género literario en el que, con poco que se le agite al lector, este entrará al trapo y empatizará con la lectura, ya que todos tenemos varios cruces de caminos vitales en los que nos gustaría saber qué hubiera pasado si hubiéramos escogido la otra senda.

La premisa de Jesús Garzás podría extenderse hasta el infinito ya que solo con la descripción de la reexperiencia vital y el acompañamiento de las peripecias revividas por el protagonista daría para una obra hercúlea. En cambio, nos enfrentamos con un relato vitalista que alcanza poco más de doscientas páginas. La será consecuencia que mientras unos lectores lectoresán en falta ciertos momentos clásicos de la infancia y juventud a los que meterles mano dado el punto de vista de la narración que se presta a ello otros, en cambio, apreciarán que, tanto por el tono como por la profundidad, el relato mejora en agilidad, cercanía y fluidez. El abanico de circunstancias que puede abordar un autor en este tipo de recorridos personales puede ir desde el somero apunte a la pormenorización de cada acto, suceso y recuerdo. El lector tendrá que enjuiciar si los puntos en los que incide el autor son aquellos en los que le gustaría detenerse en el tiempo o si son mas bien otros. Difícil circunstancia cuando la vida de cada lector ha pasado por mil y una aventuras que quieren ser rescatadas del olvido de la mocedad, además de otras muchas que quieren ser olvidadas.

Una vez puesta la premisa encima de la mesa y echada a rodar surgen las primeras incidencias. El protagonista pretende conseguir lo mejor de creerse el poseedor de todas las cartas de la baraja. de un lado disfrutar de su posición de conocimiento y poder sobre su vida (como diría el poeta William Ernest Henley en su poema Invictus en 1875: «Ya no importa cuán estrecho haya sido el camino, ni cuántos castigos lleve a la espalda: Soy el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma ») y, de otro, modificar, subsanar o, al menos, dulcificar algunos de los momentos que recuerdan momentos tristes y aciagos. Pero, cual recurso narrativo clásico de fábulas y cuentos, quererlo todo tiene consecuencias. Ya lo apunto Stephen King en 22/11/63 (seguramente una de las mejores y más desconocidas obras sobre los viajes en el tiempo): «… El pasado se resiste a ser cambiado, es obstinado». Esta obstinación puede venir de su propio razonamiento cósmico intrínseco por el cual las sendas ya transitadas han dejado una marca que no puede ser borrada. El caso es que aquellos insensatos que se enfrentan al cosmos pueden encontrarse con cambios más profundos e involuntarios, muy alejados de sus deseos iniciales. El protagonista de esta novela, consciente de que sus planes no son tal cual los había planeado, tendrá que lidiar con una nueva realidad que ya no es amigable y en la que ya no es tan fácil agarrarse a lo que le da sentido a su propia existencia (cabe recordar aquí la famosa Constante de la serie Lost entre Desmond y Penny). Esta obstinación puede venir de su propio razonamiento cósmico intrínseco por el cual las sendas ya transitadas han dejado una marca que no puede ser borrada. El caso es que aquellos insensatos que se enfrentan al cosmos pueden encontrarse con cambios más profundos e involuntarios, muy alejados de sus deseos iniciales. El protagonista de esta novela, consciente de que sus planes no son tal cual los había planeado, tendrá que lidiar con una nueva realidad que ya no es amigable y en la que ya no es tan fácil agarrarse a lo que le da sentido a su propia existencia (cabe recordar aquí la famosa Constante de la serie Lost entre Desmond y Penny). Esta obstinación puede venir de su propio razonamiento cósmico intrínseco por el cual las sendas ya transitadas han dejado una marca que no puede ser borrada. El caso es que aquellos insensatos que se enfrentan al cosmos pueden encontrarse con cambios más profundos e involuntarios, muy alejados de sus deseos iniciales. El protagonista de esta novela, consciente de que sus planes no son tal cual los había previsto, tendrá que lidiar con una nueva realidad que ya no es amigable y en la que ya no es tan fácil agarrarse a lo que le da sentido a su propia existencia (cabe recordar aquí la famosa Constante de la serie Lost entre Desmond y Penny).

Hasta que la muerte no nos separe nos habla de las segundas oportunidades de manera literal, pero con un trasfondo claramente metafórico ya que, en una sola vida se pueden tener tantas oportunidades como trenes pasan por penúltima vez y cruces de caminos existen. Trata sobre el poder de las decisiones tomadas, las responsabilidades de las mismas (ya saben ), las cambiantes formas de relacionarse y los pequeños detalles que modifican aleatoriamente el resultado aunque las condiciones iniciales sean las mismas. También encontramos el tema recurrente de los recuerdos, de los fallos de la memoria y de las mentiras autoaceptadas para sanarnos de aquello que nos dolió en el pasado. Construimos toda una vida en función de unos recuerdos que, en ocasiones, son erróneos o falsos. Creemos en sucesos que no se desarrollaron como realmente ocurrió y, a no ser que alguien que estuvo allí nos saque de nuestra cerrazón, seguiremos aceptando nuestras propias sobredimensionadas (acuérdense de aquel famoso incidente del programa Sorpresa, Sorpresa de 1999, que no ocurrió pero que todo el mundo dijo haber visto). Hasta que la muerte no nos separe indaga (aunque podría haberlo hecho más profundamente) en los falsos recuerdos y en cómo marcan el carácter y la personalidad del adulto. En el mundo de la infancia suceden una serie de vínculos con lo misterioso y lo fantástico que con la madurez se borran o quedan aletargados. Sorpresa de 1999, que no ocurrió pero que todo el mundo dijo haber visto). Hasta que la muerte no nos separe indaga (aunque podría haberlo hecho más profundamente) en los falsos recuerdos y en cómo marcan el carácter y la personalidad del adulto. En el mundo de la infancia suceden una serie de vínculos con lo misterioso y lo fantástico que con la madurez se borran o quedan aletargados. Sorpresa de 1999, que no ocurrió pero que todo el mundo dijo haber visto). Hasta que la muerte no nos separe indaga (aunque podría haberlo hecho más profundamente) en los falsos recuerdos y en cómo marcan el carácter y la personalidad del adulto. En el mundo de la infancia suceden una serie de vínculos con lo misterioso y lo fantástico que con la madurez se borran o quedan aletargados.

La presente obra, aunque con elementos claramente fantásticos o de ciencia ficción en su premisa principal, huye de la narrativa al uso del género para entrar en un terreno más introspectivo, con trazas de realismo mágico latinoamericano. El relato abraza también momentos líricos, humorísticos, algo de crítica y cinismo contemporáneo, pero sin caer en lo grotesco. Tanto la trama como el contenido se alejan del suspense novelístico para introducirnos en un plano más sentimental de idas y vueltas románticas en donde el protagonista es testigo de cómo todo cambia, para que nada cambie. En un juego de espejos caprichoso en el que mirarse surgirán giros inesperados del destino y un doblez de recuerdos con los que lidiar y no perder la cabeza por el camino en la eterna búsqueda de la serenidad de la aceptación. Lo importante no son las "first dates", sino las "last dates".
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