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"El libro negro de las horas" es el cuarto libro de la saga “La ciudad Blanca”, ambientado entre Vitoria y Madrid de la actualidad y la Vitoria de los 70. Una historia contada a dos voces, donde pasado y presente compiten por protagonismo. Unai, su necesidad obsesiva de poner freno a la maldad, ex inspector de la ertzaintza, perfilador de profesión, ahora retirado a la vida académica y familiar, recibe una perturbadora llamada (en más de un sentido), la sentencia es sencilla: debe encontrar un unicornio en el plazo de una semana, si no lo hace, su madre morirá… y ahí “comienza su caza”. Kraken, desanda el pasado con la intención de aclarar su presente, la importancia de saber de dónde venimos marca cada página de esa exquisita novela, amor, amistad, venganza, obsesión, adicciones, fraternidad, codicia, soledad y sacrificio, darlo todo por la persona amada, por el objeto ansiado, por una ideología. Una huérfana y toda la inocencia de la infancia tocan fibras sensibles del lector, el primer y el único amor, las lecciones aprendidas y la necesidad de pertenecer a algo, a alguien van a guiar una vida, porque hay veces el destino nos encuentra sin remedio. Tres leyes inquebrantables regirán presente y futuro y es un trato que se lacra con sangre y lágrimas invisibles. Esta historia tiene varias víctimas, dos investigaciones policiales, tiene a un Unai que acapara y se saca más de una carta de debajo de la manga. Personajes entrañables nos hablan nuevamente, otros, dejaron sus voces quizás para próximas aventuras, se les extraña. García Sáenz nos pincela el mundo de la bibliofilia, con sus luces y sus sombras, sus excesos y carencias, nos habla de un unicum, prínceps, incunables, unicornio, de libros de horas, facsímil y el impío relee, busca en el diccionario, investiga y se va adentrando en ese mundo de fronteras desdibujadas que encanta y enamora. Hubo un párrafo que me encantó, bueno más de uno para ser sinceros, pero ese en especial me llevó, aun llorando, a acariciar el lomo de mis libros físicos, soy su guardián y custodio temporal, me sobrevivirán, como han sobrevivido a otros, y un día serán otros entonces sus protectores... |
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