El libro negro de las horas

Cada nueva madrugada es una oportunidad de coger las maletas o simplemente dejar atrás la vida que nos hace daño y recomenzar de nuevo lejos, en otra ciudad, en otro país o tal vez en otra esquina. Y podemos recomenzar tantas veces como queramos, hasta encontrar nuestra madriguera, nuestra tribu.

Cómo explicarle que si hubiera una sola posibilidad entre un billón, con "b", de que yo tuviera una madre viva, no dejaría de preguntarme un solo segundo de mi vida qué era de ella, dónde estaba y, sobre todo, la pregunta de todo hijo criado sin madre: ¿por qué nunca me había buscado?.

Nadie posee un libro para siempre, las personas son efímeras, acaban muriendo. Un libro no muere, es mucho más longevo, y todos somos sus custodios temporales.

No voy a descargar mi culpa ni mis errores a cambio de la verdad. La verdad no es tan importante si hace daño a los que amo.

Esa es la esencia de los libros: transmitir historias, permitirnos vivir otras vidas de manera vicaria durante unos días.

Si bien la inteligencia tiene un límite, la tontería y la malicia no tienen fondo visible o alcanzable.

Hogar no es dónde naciste, hogar es el lugar dónde todos tus intentos de escapar cesan.

La verdad no es tan importante, si hace daño a los que amo.

Confieso que me atraía como una botella de gin seduciendo a un alcohólico, los porqués eran mi adicción privada, esa que no le confiesas a nadie.

Amo los libros por su contenido, por las letras, por las palabras, por las historias que cuentan, por lo que hacen sentir a un lector. Esa es la esencia de los libros.

Me resulta extraño pensar que alguien pueda vender a una madre por un libro y después ni siquiera lo abra.

Qué ironía que algo que narra tanto no pueda contar lo sucedido.