Uria-ha supo que iba a llevar esa frase consigo durante mucho tiempo, aunque le resultase odiosa. Él, mejor que nadie, sabía lo que significaban sus diez vidas, pero jamás se le hubiese ocurrida definirlas como «esa mierda». Su existencia era épica, eterna, vengativa, pasional, sincera, cruda. «Esa mierda» le parecía una denominación pobre e injusta.
|