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Hasta ahora, la percepción de tener un libro entre mis manos brotaba del sentido del olfato y el tacto. El olor a libro nuevo o usado, la suavidad o la rugosidad de sus hojas o el inconfundible relieve de su portada, pero en este caso, además de constatar esos detalles tan conocidos por los lectores, he podido percibir también sabores, ¿Cómo? Pues lo que os cuento, se trata de una recopilación de relatos cortos, todos y cada uno relacionados con los paladares; los recuerdos de nuestra niñez que afloran por el sabor de un plato de la abuela, el agridulce del engaño, el picante de una vida nueva, la dulzura de una relación. Así os podría estar describiendo cada una de las degustaciones que he ido haciendo de los relatos, porque los he disfrutado, unos más que otros,pero la verdad es que ha sido todo un placer leerlo. |
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