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Crítica de Ferrer


Ferrer
08 June 2019
Federico García Lorca (1898-1936), referente de la generación del 27 por su prematura muerte y su posterior mitificación, se interesó por plasmar lo que sucedía en España. Lorca se decantó por Granada como encuadre de algunos de sus afanes y fue un autor de talante innovador, influenciado por las vanguardias de los veinte y por Valle-Inclán. Galaxia Gutenberg, en una edición carente de notas o textos introductorios, reedita en un único volumen los textos teatrales de García Lorca (incluyendo su teatro inconcluso, esbozos y diálogos sueltos) para que sean ellos los que se defiendan ante el lector en las abrumadoras mesas de novedades o en los exiguos estantes de fondo de las librerías.
Lorca, que mantuvo una actitud de rechazo frente al teatro comercial de su época y que defendió que la renovación escénica estaba vinculada a la renovación del público, hizo de la marginación la base de su concepción de la tragedia y sus personajes femeninos articularon el deseo lorquiano: la entrañable Rosita la soltera, esperando un amor que sabe que nunca llegará (esperanza trágica); Soledad Montoya buscando por el monte oscuro, enloquecida, su alegría y su persona; Mariana Pineda, esa Julieta sin Romeo traicionada, abandonada, en su camino hacia el patíbulo sin que nadie intervenga por ella; Bernarda Alba, símbolo del poder absoluto enfrentándose frontalmente al deseo de libertad; Yerma y su maternidad insatisfecha…
Algunas de las piezas breves de corte experimental, como Quimera, han sido calificadas como poemas en prosa por César Oliva, quien definió su teatro “imposible” más “un teatro de sentimientos que de argumentos”. Es la poesía del teatro para combatir el prosaísmo imperante.
Lorca, admirador de Unamuno, concebía su labor más como profesión que como arte inspirado y poseía un anhelo de experimentación constante, fruto del cual resultaba permeable a influencias literarias. En El maleficio de la mariposa se aprecia el marchamo del teatro simbolista de Maeterlink y, en su teatro de títeres, el de la patafísica de Alfred Jarry. Lorca creó un universo dramático de la tragedia que le identifica y distingue, en el que destacan obras como Don Perlimpín con Belisa en su jardín, ese duelo entre sabiduría e ignorancia que arranca del topos farsesco del viejo cornudo para acabar en tragedia, con Belisa encerrada en la efímera turgencia de su cuerpo; Bodas de sangre, una tragedia neosimbolista sin héroes o La zapatera prodigiosa, una síntesis de las obsesiones, temas y conflictos lorquianos que hoy podemos disfrutar porque, en Viznar, solo murió el hombre.
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