Doña Rosita la soltera o El lenguaje de las flores

Empecé el libro con pocas expectativas pero al final me ha gustado y hemos tenido un debate muy productivo con mis compañeras de #clasicosflash.
Es una obra de teatro dividida en tres actos. En ellos se transita y recorre la vida de Rosita, en la que empieza siendo una joven casadera y acaba, como dice el título, soltera y engañada, esperando a un novio que nunca llega y alimentando vía postal unos sentimientos que sabía falsos.
Retrata cuál era el papel de la mujer de la época. Desde que nacía se la preparaba para casarse, esa era la única aspiración. Algunas, por no quedarse solteras, les daba igual quién las pidiera en matrimonio. Las solteras eran rechazadas por las mismas mujeres. Las evitaban, como si eso fuera un mal contagioso.
Las jóvenes se quedaban en casa cosiendo y preparando un futuro ajuar. Los padres se endeudaban también en él y las que al final se quedaban para vestir santos, (expresión popular), eran tachadas de amargadas y así las retrata Lorca, pidiendo “palomitas de anís” cuando iban de visita a otras casas para distraerse y cotillear.
La relación de amor-desamor entre el ama y la tía me ha gustado mucho. Sus diálogos no son de señora-criada sino de amigas con sus más y sus menos, que es en lo que se han convertido con los años. (Hemos debatido sobre si el ama, la criada, fuese o no la madre de Rosita. Que se la cediera a los señores por no poderla ella criar y los otros no pudiesen tener hijos).
Rosita parece pecar de ingenua pero no lo es y al final de la obra se ve que prefería disimular lo que sabía, (que su novio se había casado con otra en el extranjero), a perder su status de casadera al de solterona, porque sabía que no la mirarían ni trataría igual.
También Lorca denuncia algo muy actual como es el de las apariencias. El de no tener para comer pero ir vestidas a la última.
Lectura muy instructiva. Sé que aún queda camino pero es innegable lo que la mujer ha avanzado en múltiples aspectos en las últimas décadas. Sólo tenemos que ver nuestra realidad con las de las mujeres Lorquianas.