El legado de Marcos Ruiz

Sarita, una joven con un terrible pasado, está encerrada en una institución psiquiátrica. Con un trastorno de la personalidad que le provoca tener varias voces en su cabeza, su pretensión es descubrir la verdad que tanto su cerebro como su psiquiatra parecen ocultarle. Para ello tendrá la ayuda de Marcos, de la habitación 225. Pero, ¿puede asegurar que es real?
De este modo comienza la historia de la tercera mujer de ojos verdes, una novela psicológica que intenta infundir en el lector la sospecha de todo cuanto lee. El punto de partida es Sarita, hijo de Marcos Ruiz. A pesar de que parece haber sido salvada, su estancia en el psiquiátrico se ve necesaria ya que en ella habitan diferentes voces.
A lo largo de esta historia serán las voces con las que dialoga Sara las que nos cuenten la historia. Y aquí quizá está el primer pero, ya que la narración parece centrarse de nuevo en las desventuras de Marcos, una historia que ya leímos y entendimos con anterioridad. Por desgracia, esta repetición narrativa en un libro tan corto, tampoco se justifica en que sea necesario para entender lo que le ha pasado a nuestra protagonista, ya que sus actos son posteriores. Así, lo que encontramos es una justificación en un determinismo ambiental de la locura de nuestra protagonista. Idea un poco errónea al mezclar condicionamiento o propensión hereditaria.
Alegato
No obstante, sí hay que reconocer que la historia comienza como en el segundo cuatro del libro. Ya explicado y requetexplicado el condicionamiento de nuestra protagonista, se nos cuenta qué le ha sucedido a ella.
Debido a su infancia, Sarita desarrolla una enfermedad mental. Esto, que ya podíamos saber con bastante certeza, viene reafirmado en la narración con explicaciones y alegatos sobre la poca información y el tratamiento que se hace a estos pacientes. Sin estar en desacuerdo, ya que todos sabemos que al menos en España la salud mental es algo para personas con posibles y que hay que encontrar el psicólogo adecuado (algo así como una pareja de hecho), es cierto que esos alegatos, bajo mi punto de vista, se ven muy deslucidos en la novela ya que aparecen insertos en ella. Nadie tiene un monólogo interior analizando su problema a nivel social, es raro hacer proclamas a un público inexistente. Esta especie de ruptura de la cuarta pared no me ha convencido porque me rompía la narración.
A parte de ello, el hecho de sumergir al lector en la agonía de la sospecha, casi como único camino para digerir la obra es un poco cansino, sobre todo porque eso es lo mismo que se hizo en el libro anterior.
No ha de extenderse
Sin ánimo de seguir siendo pesada con la reseña, el principal pero y decepción de la obra es que parece que no pasa absolutamente nada en ella, al menos nada nuevo. al principio volvemos a tener la historia de Marcos, después encontramos la de Sarita que sigue el patrón que la del libro anterior; después giro final (en este caso sí se veía venir) y final con alegato para ayudar a las personas con problemas mentales. Epílogo que deja la posibilidad a un nuevo tomo. Y ya.
En este sentido, si la primera parte me dejó fría porque era menos de lo que esperaba esta ya es que no me ha gustado nada. Siento ser quizá dura con lo que digo, pero es que no he podido disfrutarlo.

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