Cero negativo

No se muy bien como describir el libro, porque la cantidad de sensaciones que ha despertado en mí a través de su lectura, hacen imposible ponerle sólo un calificativo. Sin embargo, si puedo asegurar que de momento, es el más duro y emotivo de los de Judith.
Al comienzo, me dio la impresión de que me iba a perder con tantos personajes. Nada más lejos de la realidad, son tan diferentes y al mismo tiempo tan similares, que es imposible confundirlos.
Cat y Óscar me tenían perdida con esa relación tan extraña pero tan cercana. A medida que avanzaba y se presentaban sus acompañantes en esta aventura, intentaba imaginar que hecho trágico había ocurrido, para que su vida acabará así. Además de lo que se sabe, hay algo más profundo y más trágico, algo capaz de marcar a un adolescente hasta el punto de anular lo, algo que afecta a su familia y a todo su entorno, algo que cuando lo descubres hace que todas las piezas encajen y que sientas dolor, impotencia, rabia y tremendas ganas de venganza.
Es en ese momento y con la posterior conversación que se desarrolla a la par en dos escenarios diferentes, cuando compruebas de forma dolorosa, que el comportamiento dañino de unos y la inacción de otros, pueden provocar una reacción en cadena capaz de anular una familia entera y con un efecto mariposa, determinar el futuro de todos los afectados.
Hubo momentos en los que me resulto imposible no odiar a Mario, sobre todo, cuando dice una frase muy utilizada para excusar su comportamiento pasado y que me produce nauseas. Ese comportamiento es inexcusable y quien lea el libro, me entenderá. Es casi al final, cuando se redime ante mis ojos, cuando Raquel le abre los ojos y recapacita, cuando es capaz de asumir su egoísmo, inconsciencia y pide perdón.
Alex y Julián por contra, han tenido desde el principio un lugar especial en mi corazón. No es comparable la actuación de ninguno de los dos, ni se puede disculpar esa reacción en un padre, pero con todos los datos en la mano, es comprensible.
No me extiendo más hablando del resto de personas que forman este increíble bledo grupo, mejor que cada cual saque sus conclusiones. La mía es, que existen las segundas oportunidades, que no hay excusa para propiciar el sufrimiento ajeno y mucho menos apoyarlo, que nadie es culpable de las jugarretas del destino, y que si eres capaz de rectificar, pedir perdón e intentar enmendar errores pasados, tal vez la vida te ofrezca esa nueva oportunidad para ser, aunque sea solo un poco, feliz.
Enhorabuena Judith, ha sido un placer palabra tras palabra, leer tu último libro.