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Crítica de CARMINA


CARMINA
30 May 2019
423 Colores es un canto a la vida, a la esperanza, al amor a un país y a una hija. Ante todo nos encontramos ante una novela sensorial, el universo de Ghada, que lejos de ser una pobre niña ciega se nos presenta como una persona con una rica imaginación y con unas peculiaridades que para sí querrían muchos.

Me vais a permitir abrir un inciso, porque si no lo hago no sería yo, tendemos a compadecernos de las personas con disfuncionalidades, está claro que todos los sentidos son necesarios, pero solo quien sufre la perdida parcial o total de uno de ellos sabe hasta que punto se desarrollan todos los demás. En el caso de Ghada goza de un olfato y un oído privilegiado, y de una sensibilidad única para transmitirnos su día a día. Reconozco que eso fue lo que más me llamó la atención de la novela, la forma en que Ghada demostraba que con otras funcionalidades distintas se podía ser igualmente feliz.

La novela está narrada a dos voces, la de Khaled y la de Ghada, ambas en primera persona y tanto en presente como en pasado. Quizás es el uso de esa primera persona la que hace que esta novela nos toque el corazón y nos desgarre el alma, o quizás son las atrocidades que narra que ni siquiera la inocencia e imaginación de una niña pueden embellecer.

Khaled es el PADRE, si en mayúsculas, la vida lo ha golpeado donde más le duele, se ha llevado a su compañera de viaje y su hija perdió la visión por un exceso de oxigeno en la incubadora. Ello lejos de arredrarlo le da fuerzas para intentar que su hija sea independiente, que se valga por si misma, su arma es la imaginación porque ya que Ghada no puede ver la maldad del mundo, él le crea uno paralelo que la mente de una niña pueda asimilar, de ahí que en la bella Alepo haya barrios en los que campan las brujas, y lugares prohibidos para la niña. de la misma forma cuando empieza la guerra, Alepo ha sido invadida por los dragones, y disfraza la huida de la guerra en una gran aventura en búsqueda de una flor que los ahuyentará. No se le puede negar a Khaled imaginación y una fuerza de hierro.

Ghada a pesar de ser ciega es una niña despierta, que se va guiando de los olores, los ruidos y también de las sensaciones que siente en la piel. No conoce los colores, ni entiende conceptos como la luz, sin embargo, es capaz de llevar un día a día bastante normal, con la ayuda de otras personas que le hacen la función de ojos. Su gran sueño llegar a ser escritora, y para ello va al colegio, y así cuando empieza la gran aventura y comienza a echar de menos su país, amigos, vecinos que dejó por el camino inicia un diario que pretende sea su primera novela.

La novela la comienza en un tono amargo Khaled que mucho tiempo después le escribe una carta a Ghada explicándole que le obligó a tomar las decisiones que tomó, y a emprender el viaje, sin saber que hubiera pasado si hubiera tomado una decisión distinta. Y ya ahí percibes que la novela no te va a dar tregua, porque notas como una mano te aprieta el corazón , no demasiado, pero si lo suficiente para que la lectura no sea cómoda, porque te obliga a abrir los ojos a una realidad que por silenciada parece que no exista, que la hayamos dejado atrás hace mucho.

El relevo lo toma Ghada que con su inocencia, con su bondad, con la luz que emana ella entera te va contando cosas de Siria, de las personas que le rodean, y todo ello mientras afrontan una travesía en barca peligrosa de per se, con personas a las que no conocen y con realidades tan distintas a la la suya y la vez completamente similares. La voz de Ghada y de Khaled en ese momento usan el tiempo presente para llevarnos a ratos al pasado y explicarnos uno como han llegado a esa situación y la otra como era su vida antes de la aventura.

La decisión que toma Khaled es la que hubiera tomado cualquier padre que quiere preservar a su hija del dolor, de la maldad, inventar un mundo para ella es un acto de amor sin fronteras, hacerse cargo de un chiquillo que ha perdido a la única persona que lo cuidaba demuestra la integridad de un hombre que lo tenía todo, y lo pierde todo también, porque por perder, pierde hasta la dignidad y aún así tiene que seguir adelante, quizás esa sea su condena. Las páginas de las cartas que escribe a Ghada atenazan el corazón del lector, y nos sitúan en la realidad de Siria antes de la guerra, durante los primeros días, la huída, la llegada al campo de refugiados y de nuevo la huída hacía adelante en busca de una vida mejor para Ghada y Adnan.

La humanidad de ese padre dispuesto a todo por su hija se hace un hueco en el corazón del lector, el mundo sensorial de Ghada hace que la sonrisa aflore al rostro, que la presión amaine, que la dulzura de la muchacha impregne hasta los momentos más feos de esta historia, porque una guerra y un intento de salvar la vida no es baladí, poco espacio queda para la belleza y sin embargo los autores logran que el lector sienta que las páginas escritas por Ghada sean un remanso de paz, un oasis en medio de la guerra y la barbarie.

No os voy a negar que han sabido dar con el tono adecuado, con el equilibrio justo para que esta novela sea lo que pretende ser, una ventana abierta a Siria, a su guerra, al drama de los refugiados, a los campos de concentración con sus miserias, un altavoz en medio del apagón informativo al que que Europa ha sometido una realidad incomoda que se libra no tan lejos de nuestros hogares.

A pesar de todo cuando pensabas que no cabía más dolor, cuando tenías asumido que tu mirada no podría ser la misma, el mazazo que recibes te lo confirma, nunca más vas a poder volver a ver el conflicto sirio con los mismos ojos, porque Ghada y Khaled llegan al corazón del lector para quedarse, y el final duele, y la toma de conciencia del título resulta incluso cruel, no creo que haya lector que no se haya visto afectado por ese capítulo.

La cuestión del final fue uno de las cosas más comentadas en la charla y Rafa Avendaño reconoció que fue idea de Juan Gallardo, que después de mucho hablarlo se dio cuenta de que no podría ser otro, y que incluso a él le costó escribirlo, como no le va a costar al lector leerlo, como va a salir indemne de esas líneas.

Los autores han sabido crear unos personajes ricos en matices no solo los principales, también los secundarios, he quedado completamente prendada del viejo Ahmed y de su historia, de sus habilidades como perfumero, de los secretos guardados bajo llave, de su fortaleza para seguir adelante a pesar de todo el peso que sus hombros sin duda soportaban.

423 Colores es una historia de historias, cada uno de los personajes que transita esta novela tiene vida propia, un pasado y unos te atrapan más que otros, sin duda los de mayor protagonismo Khaled y sobre todo Ghada son los que se quedan en el corazón y eso lo puedo confirmar porque hace más de un mes que he terminado esta novela y siguen conmigo, de vez en cuando releo algún párrafo por puro placer.

La novela maneja un lenguaje sencillo, lleno de sensorialidad que atrapa al lector de tal forma que no puede dejar de leer, si acaso de vez en cuando necesita tomarse un respiro, pero a la vez necesita saber del sino de lo personajes. La alternancia de voces lo dotan de mucha agilidad de manera que la lectura fluye. Es lo primero que leo de los autores aunque no descarto hacerme con otras obras, se adivina tras esta novela una gran tarea de documentación. las descripciones de Siria, de la vida allí antes de la guerra, de los primeros días, de los campos de refugiados. al mismo tiempo hacen un gran esfuerzo de mostrarnos el rico universo olfativo y auditivo de Ghada, y nos muestran que hasta las sensaciones sobre la piel son importantes para alguien carente del sentido de la vista.

Hace tiempo que no me compadezco de las personas que tienen funcionalidades distintas, las admiro por la fortaleza que muestran día a día, al mismo tiempo me doy cuenta de que para ser feliz solamente hay que proponerselo y que la perdida de un sentido no es motivo para no intentar serlo, y esta novela me ha hecho verlo claro una vez más y es algo que les agradeceré siempre a los autores.

Conclusión:

Si habéis llegado hasta aquí, habréis intuido que la novela me ha llegado muy adentro y se ha quedado conmigo una vez cerrada la última página, y sigue conmigo más de un mes después, eso os puedo asegurar que lo han logrado muy pocos libros.

A destacar la humanidad de sus personajes principales y también de los secundarios, la narración en primera voz por un padre dispuesto a cualquier cosa por salvar a su hija de la guerra y la de una niña que ve el mundo a través de la imaginación de su padre, adornada por la suya propia que no se queda atrás.

No es una lectura cómoda porque nos obliga a abrir una ventana a una realidad que desde Europa han silenciado, los sirios han sido abandonados a su suerte y 423 colores pretende ser una ventana desde la que se puedan asomar los lectores para que ese olvido no sea total.

No puedo más que recomendaros que os perdáis en el universo sensorial de Ghada y en la mirada certera de Khaled y que después compartáis vuestra opinión, porque mientras que alguien hable de ellos y los tenga presentes no serán olvidados del todo.


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