El universo en tu mano

Si me preguntaran sobre qué va este libro, diría que, sobre todo. Naturalmente, luego me mirarían con cara de que no les estoy diciendo nada y tendría luego que entrar en detalles sobre el libro, pero básicamente es eso; es un libro que trata sobre todo el universo… al menos del universo observable.

Christophe Galfard es doctor en física de la Universidad de Cambridge. Lo hizo nada más y nada menos que bajo la tutela del mismísimo Stephen Hawking a quien le agradece de una forma muy bella al final del libro por haberlo introducido en este mundo tan loco que propone la física teórica. Ahora, lejos de la investigación, dedica su tiempo a divulgar la Ciencia en programas, conferencias y libros. En este, El universo en tu mano ha sabido combinar muy bien los temas que domina, con la forma de transmitirlos.

La principal herramienta que usa en este libro es la narrativa sobre la que construye el discurso. El libro no está escrito en forma de un largo ensayo, sino más bien con cierto deje de novela, con algunos diálogos y descripciones de lugares. Todo esto lo completa con una narración en segunda persona con la cual busca sumergir al lector en todo lo que va contando, hacerlo parte de la historia —como naturalmente lo es—. Este asunto me costó un poco al principio, pues la verdad no es la práctica más común en los libros de divulgación, pero debo reconocer que funciona y lo hace de mil maravillas; pues ayuda en los momentos más difíciles a comprender la esencia de lo que se quiere exponer.

Con esto: una historia sencilla y una narración cercana, el libro propone un viaje por todo el cosmos para entenderlo. Un viaje tanto a nivel macro como micro con el fin de mostrarnos los fascinantes fenómenos que se esconden detrás de la cotidianidad, la inmensidad de universo que tenemos sobre nuestras cabezas y la forma en la que lo entendemos actualmente. Sería muy interesante si en un par de años el autor vuelve al libro para revisar y actualizar los conceptos y la forma en los que se abordan, pues con el correr de los años se van puliendo, cambiando y ampliando.

Su forma de exponer los temas la completa con las experiencias mentales en las cuales involucra al lector. Algunos de estos experimentos son de vieja data: los dos gemelos de la relatividad especial o el gato de Schrödinger, solo por mencionar algunos; y otros son completamente nuevos, o adaptados a la actualidad por parte del autor. Acá es donde cobra notable interés el hecho de que el libro esté escrito en segunda persona, pues una vez inmiscuido en el tema, no hay mejor manera de entender un concepto que “comprobando” por sí mismo, momento en el cual entran las experiencias mentales que el libro cuenta.

Es un libro que es capaz de generar emoción y curiosidad sobre los temas de punta en la física teórica. No los muestra como cosas aburridas, inexplicables o simples disparates de un loquito. Los muestra como la punta de lanza de la investigación actual, como el lugar donde se encuentran lo que creemos conocer del universo actualmente y lo que nos falta por descubrir. Son pasajes emocionantes en los cuales permite que el lector imagine y se plantee preguntas.

Creo que es un libro que viene muy bien si los temas que se buscan son: La naturaleza del espacio-tiempo, relatividad, cosmología, cuántica, agujeros negros y teoría de cuerdas. Claramente es un libro divulgativo y los temas que menciono no están desarrollados con el nivel de detalle que una persona con un conocimiento más avanzado sobre los temas busque, pero viene bien tanto para el ciudadano del común como para algún que otro intrépido que quiera refrescar en su mente estos temas, situación que fue mi caso.

Es genial la forma irreverente en la que aborda el tema de la relatividad de Einstein y sus limitaciones. Este tema no es común en estos libros — o al menos yo no lo recuerdo— y normalmente la gente concibe la relatividad como el logro máximo de la física y como la teoría que es capaz de describir todo lo que nos rodea. Que Galfard se atreva a poner sobre la mesa las limitaciones de la teoría de Einstein le permite introducir otros conceptos que se están desarrollando actualmente y que podrían —en un futuro quizás cercano— subsanar ese vacío en la teoría de Einstein, justamente como lo que son: teorías que siguen buscando una mejor comprensión de nuestro universo.

Me gustó mucho el hecho de que conforme iba desarrollando los temas y exponiendo los conceptos, abriera espacio para mencionar los Nobel que se han otorgado en los últimos años a las investigaciones en cosmología y física cuántica. Esto no implica que el libro se vuelva una pasarela de egos o algo del tipo, creo que la mención de esto es una forma de mostrar la importancia de la investigación en estos campos, mostrar la veracidad de las observaciones y el rigor con el que han hecho.

Con esto sobre la mesa creo que es hora de mencionar lo que no me gustó tanto del libro. Si bien la forma de exponer los temas apoyado en la segunda persona es útil la mayor cantidad de tiempo, hay momentos en los que sería muy útil apoyar el discurso en una que otra ilustración. El libro no tiene ninguna en sus 455 páginas y sin duda en uno que otro lugar haber contado con alguna hubiera ayudado en la claridad de lo expuesto. Por otro lado, el libro al comienzo tiene cierto deje de antropocentrismo que llega a ser molesto; afortunadamente, conforme el libro va ampliando el panorama sobre nuestra verdadera posición en el universo, este tonito va desapareciendo. Espero que con este tono no se quede el público en general, pues sería bastante lamentable.

Siempre he creído que los libros de divulgación científica, sin importar el tema principal que desarrollen, buscan dejar en el lector ese sentimiento de que aún nos falta mucho por descubrir sobre nosotros mismos y que no todo está dicho. Creo que por eso es que siempre volvemos a ellos, compramos y leemos más libros sobre el mismo tema y buscamos otro material sobre el mismo tema, pero en otros formatos. Inevitablemente, los libros de divulgación son una oda a nuestra curiosidad, a la capacidad que tienen los humanos para hacerse preguntas que en un primer momento parecen no tener respuesta en el mejor de los casos, o que ni siquiera vale la pena hacerse. Junto a esto, El universo en tu mano tiene en su núcleo un mensaje demasiado poderoso: los órganos con los cuales percibimos la cotidianidad están moldeados para satisfacer nuestras necesidades más inmediatas; que no sean capaces de percibir lo que pasa a escalas subatómicas o cosmológicas es solo una muestra de lo pequeños que somos y un reto a nuestras capacidades.