Neverwhere

Me alegro de haber leído este libro en este momento, con una edición corregida y modificada por el autor 20 años después de haberla publicado.
Neverwhere es una fantasía urbana, pero no es una novela fantástica al uso, con héroes convencionales ni villanos de clichés. Es una oda a la creatividad en la que Gaiman tira de todo el imaginario popular londinense, así como de sus leyendas más oscuras, para crear un universo alternativo (el Londres de abajo) tan apasionante como aterrador en el que nos atrapa la desasosegante sensación de que se trata de un lugar en el que es imposible sobrevivir si no eres autóctono.
Divertido en ocasiones, pero cruel en otras, el autor crea a dos de los villanos más aterradores con los que he topado en mucho tiempo. Sencillos, inexplicables, aparentemente mundanos... pero monstruosos. Me he detenido a pensar por qué me han resultado tan oscuros, y creo que la clave está en la maestría mostrada por Gaiman para no contar demasiado. Son asesinos del espacio-tiempo, y parecen existir desde siempre. Se mueven lentamente, como personas que no tienen demasiado interés, pero a veces se esfuman y simplemente están detrás de ti, como el hombre del saco. No son enormes, no son especialmente fuertes, pero todos les temen y nadie se les enfrenta, como si su superioridad fuese incuestionable. Todos esos huecos sin completar son los que realmente definen a los personajes, porque se convierten en una pura pesadilla, en todo aquello que temes pero que no te atreves a decir por temor de que se materialice. Si Croup y Vandemar van a por ti, estás perdido.
En cuanto al resto de personajes, tardan mucho en definirse. Richard empieza a cobrar sentido casi al final de la novela. Puerta no termina de despegar, Cazadora es sosa como ella sola, y tal vez el mejor sea el Marqués de Carabás, que como curiosidad, creo que lo mejor que tiene es el relato corto que acompaña a la edición que he leído, después del libro.
No me he podido quitar de la cabeza que he leído una historia concebida en origen para ser una serie de televión (y de hecho, lo fue en 1995, en la BBC), y el guion es muy cinematográfico, pero esto no le quita ningún mérito a este espectáculo de imaginación, oscuridad y fuegos artificiales.
Cuenta Neil Gaiman en el prólogo que pretendía escribir un libro tan imaginativo como aquellos que leía cuando era pequeño, y cita Alicia en el país de las maravillas, el mago de Oz o las crónicas de Narnia.
Pues lo consiguió usted, caballero.
También cuenta que tiene intención de volver a Londres de abajo.
Ya está tardando, a mi parecer.