Cien años de soledad

Esperaba bastante poco de este autor por la primera experiencia que tuve con él, pero con esta obra se ha redimido con creces. Cien años de soledad, para mí, son dos historias entrelazadas, claramente diferenciables pero, al mismo tiempo, indivisibles. Nos presenta la historia de los Buendía, una familia marcada por la soledad en todas sus formas y condenada a cometer los mismos errores una y otra vez. al mismo tiempo, nos muestra la historia de Macondo, un pueblo que parece ligado al porvenir de esta familia y que, sin embargo, tiene una historia más lineal, frente al círculo en el que se mueven los personajes.

Macondo pasa a ser una especie de representante de América Latina, y su historia es una versión adaptada de la historia del continente, con la particularidad de que es la historia contada desde el otro lado. Se aleja de la visión colonialista, neocolonialista y capitalista del norte global y se rebela contra la invasión, la muerte y la pérdida.

Los personajes femeninos destacan en esta novela (en mi opinión) muy por encima de los masculinos. Tenemos mujeres muy diferentes, carismáticas y con un sinfín de claro-oscuros, tanto dentro como fuera de la familia Buendía; son únicas. Mientras que el atractivo de los personajes masculinos radica justamente en lo contrario, en la repetición y la confusión.
Para mí este es el punto que redime al autor, ya que la primera novela que leí me pareció misógina hasta extremos intolerables (y no es que en Cien años de soledad no haya y se exponga machismo, lo hay en grandes cantidades, pero es diferente mostrar machismo y crear personajes y situaciones machistas que hacer un libro machista en sí mismo).

En cuanto al estilo narrativo me encanta por su sencillez y riqueza. Sin necesidad de volverte loca buscando la complejidad, te regala frases que son para enmarcar. Además, ha sido mi primer acercamiento al realismo mágico y no es para nada lo que esperaba. Esta cargado de simbolismo y escenas locas y fantasiosas, fusionadas con otras reales y crueles que le dan al conjunto una atmósfera de ensoñación, en la que me he tenido que parar muchas veces a pensar en lo que había sucedido realmente, y no dejarme llevar por la belleza engañosa del libro, descubriendo verdaderos horrores entre flores amarillas.