No estábamos hablando y nuestros caminos se habían dividido de pronto, pero el mismo cielo nos conectaba.
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No estábamos hablando y nuestros caminos se habían dividido de pronto, pero el mismo cielo nos conectaba.
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La gracia de las grandes preguntas sin respuesta está en que puedes vivir con la incertidumbre. ¿Estamos solos en el universo? ¿Cómo sería vivir para siempre? ¿Por qué mi padre tuvo que morir tan joven? En su interior, la gente comprende y acepta que nunca llegará a conocer la verdad. Las preguntas de ese estilo pueden mantenerte con frecuencia despierto toda la noche; pero no te desvían de tu camino.
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—Creo que cada persona ve algo diferente. Para mí, es así: mientras más se aleja la cámara de casa, más notas lo inmenso y vacío que es el universo. Lo aterrador que es. Luego regresa y me hace pensar en lo singular y hermoso que es todo esto. Tú. Yo. Cuántas cosas tienen que alinearse para que todo esto exista.
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Mientras esperaba, abrí mi cuaderno. Al ponerme a trabajar, el mundo desapareció a mi alrededor y solo quedamos la página y yo. La goma de borrar y yo, recordando la brecha temporal que había creado la noche anterior. Dibujar era siempre así para mí. Abría una pequeña grieta en el universo. El tiempo dejaba de existir. Solo que seguía existiendo para todos los demás y eso me había metido en problemas más de una vez.
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Así que yo me había quedado allí esperando. Siempre esperando. Cuando eres niño, es así: esperas el autobús. Esperas a que suene la campana. Esperas el verano, el fin de semana. Esperas crecer. Solo que después creces y te das cuenta de que los adultos siempre están esperando también. Esperan su sueldo, una carta del abogado, los vales de alimentos. Esperan eternamente por ese momento en el que algo encaja y la vida por fin se convierte en la vida que creyeron que tendrían. |
Creo que las estrellas son lo que quieres ver en ellas. Un optimista las mira y siente emoción; están llenas de posibilidades. Pero para una persona pesimista, piden ser hipotérmicas. |
Ella era todo lo que no podía permitirme desear. Ella lo tenía todo y yo no. Todo lo que no tenía, podía conseguirlo y yo no. Ya no se trataba de ella. Se trataba de mí. Quería que tuviera todo lo que deseara; eso era cierto. Pero no podía ver como lo conseguía. No podía evitar que a una pequeña parte de mí le enfureciera lo injustas que eran las cosas.
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Desde el punto de vista de Zack, éramos fundamentalmente diferentes. Éramos dos personas, caminando juntas, durante un periodo de tiempo. Pero mientras mi camino tenía un objetivo final, un destino, el de Zack solo era una rueda infinita. Ni siquiera podría dejar de caminar.
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Recuerda lo que ocurre cuando dejas entrar a alguien, me dije. Hacía que te sintieras bien durante algún tiempo. Dolía mucho más luego.
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De pronto, me sentí cansado. Cansado de estar enfadado, de ser una víctima. De mantener encendida dentro de mí una llama que solo me quemaba a mí.
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Manolito ...