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Crítica de LAKY


LAKY
30 January 2024
Descubrí a Félix G. Modroño con “La ciudad de los ojos grises”, un auténtico novelón. He leído desde entonces todo lo que ha publicado y he disfrutado de todas sus novelas (aunque aquella sigue siendo mi preferida). Unos años después de “La ciudad de los ojos grises”, se publicó “La ciudad del alma dormida” y, hace poco el cierre de la trilogía, esta novela que hoy comento.

Éstas son mis impresiones

Conoceremos a Alberto Cepeda, un joven bilbaíno descendiente de castellanos que emigraron desde su Villalpando natal a Vizcaya para trabajar en la entonces pujante industria. Conoceremos a un Alberto muy joven que rumia la ruptura con su primera novia, Arantza. Sabremos que poco después la familia tuvo que dejar Vizcaya por las amenazas de ETA y volvió a instalarse en Villalpando. Pero han pasado diez años, Alberto ha acabado la carrera de Ingeniería y es contratado por un empresario bilbaíno para participar en la obra más famosa de las últimas décadas de Bilbao: la construcción del Gugghenheim. Vuelta a su ciudad, reencuentro con sus amigos y con Arantza y conocimiento de una mujer llamada Izarbe que tiene unos preciosos ojos grises.

La ciudad de la piel de plata” es el final de la trilogía que Félix dedica a Bilbao. Una trilogía un tanto atípica pues, aunque tiene como hilo conductor el protagonismo de la ciudad y una mujer llamada Izarbe (aunque no siempre es la misma pues entre las tres novelas hay una considerable distancia temporal), las tramas son independientes. Quiere esto decir que podéis leer esta novela sin leer las anteriores (aunque yo os recomendaría que no os perdieseis la maravillosa “La ciudad de los ojos grises”)

En esta ocasión Félix nos lleva al pasado más reciente. La historia se sitúa en los años setenta, ochenta y noventa. Comienza con una Bilbao rica y próspera, muy industrializada y también bastante fea (que me perdonen los bilbaínos pero es lo que hay: en aquel entonces Bilbao no era una ciudad bonita). Una ciudad y una provincia llena de inmigrantes internos: gente que desde Castilla, Galicia, Extremadura, Andalucía y otros lugares de España emigró al País Vasco en busca de un futuro. Y lo encontró, sin duda. Los años van pasando y los altos hornos desaparecen, también el trabajo en muchas ocasiones (lo que hizo que muchos volvieran a sus tierras de origen). Bilbao ha perdido el aire oscuro de la ría y la urbanización de la zona hace que se vaya convirtiendo en la preciosa ciudad que es hoy en día. Con el Guggenheim por medio. El museo más conocido del norte, una preciosidad moderna que dio un aire nuevo a toda esa zona.

“La ciudad de la plata” es Bilbao. También hay una trama personal, no os asustéis pero yo diría que la evolución de la ciudad en las últimas décadas, lo que se vivió social, económica y políticamente está más acentuado que en las otras dos novelas y vertebra toda la historia. Y si de sociedad hablamos, de historia reciente, no podemos olvidar la lacra del terrorismo que sufrimos hasta no hace tanto. Félix recuerda lo que pasó en aquella época, que no fue la más dura de ETA. La sociedad empezó a despertar, Alberto mismo ve cómo ya se va dejando atrás el miedo y se empieza a decir basta. Es bonito el pequeño homenaje que el autor hace a las víctimas, mencionando incluso a algunas de ellas. Lo decía la semana pasada en la reseña de “Pazman”: está bien que recordemos lo que pasó, que a algunos parece que se les está olvidando.

Me ha gustado mucho la novela. Por motivos personales. Como historia no es tan buena como “La ciudad de los ojos grises” y, sin embargo, la he disfrutado un montón. Sobre todo porque me ha llevado a una época que yo también viví. Y las experiencias de Alberto no difieren tanto de las mías. Yo también estudié en un colegio solo de chicas (él de chicos, obviamente). Mi cuadrilla también se unió a una cuadrilla de chicos y, efectivamente, los noviazgos que entonces se formaron llegaron al altar (nunca había pensado que ocurría esto en el País Vasco pero tiene sentido: es tan difícil ligar aquí que como para hacerlo dos veces jajaja). Yo también volvía al pueblo de mis padres y también paraba en el monumento al Pastor (a veces dejamos la autovía y lo sigo haciendo). También comíamos allí un bocata, igual incluso me crucé con un Félix joven (porque aunque es técnicamente Alberto Cepeda el que hace ese viaje, yo sé que en realidad era Félix). No sé, ha habido tantas cosas que me han trasladado a mi propia infancia y juventud que para mí ha sido como un revival. Y eso es lo que más me ha gustado de la novela.

Pero aparte de todos estos recuerdos al pasado y todos estos escenarios bilbaínos, la novela también tiene trama y me ha gustado mucho. Alberto se queda colgado de Izarbe nada más verla y, para mantenerse en contacto con ella, decide investigar la desaparición de la primera hija que tuvieron sus abuelos. Ella estuvo presa durante la época franquista y dio a luz en la cárcel. le dijeron que la niña nació muerta pero ella está convencida de que se la robaron. Y eso es una espinita que han llevado clavada toda su vida. Alberto decide investigar el tema a ver si puede averiguar algo.

Conclusión final

Por las razones que os he comentado, he disfrutado mucho con esta novela que me ha llevado al pasado de Bilbao y, en cierta forma, también al mío. Últimamente tengo una vena nostálgica y EGBejera (¿se dice así?) y disfruto mucho de historias como esta.
Enlace: https://librosquehayqueleer-..
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