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Crítica de Rgranero


Rgranero
17 October 2019
(texto completo: https://tinyurl.com/2cluduyj)
Buscando un sentido alternativo
Pero ¿Y si, si bien es válido encontrar a la obra múltiples sentidos -en función, obviamente, de nuestros intereses, aunque ello imprima un sesgo a la búsqueda de esos sentidos- Kafka no hubiera albergado ninguno de esos -ya canónicos- sentidos al escribir La metamorfosis?
Veamos lo que Millás en su prólogo recoge: “Dice Maurice Blanchot que aunque Kafka sólo quiso ser escritor, en su Diario íntimo se revela como algo más, de modo que una vez leído este diario, «es a él al que buscamos en su obra». Y añade: «Esa obra forma los restos dispersos de una existencia que aquélla nos ayuda a comprender, testigo inapreciable de un destino excepcional que, sin ella, habría permanecido invisible».”
Así pues “«es a él [, a Kafka,] al que buscamos en su obra»”. Busquémosle, pues.
Si queremos, porque parece ser que sí queremos, ver a Kafka en Samsa, proponemos ver en la transformación de Samsa en cucaracha, la transformación de Kafka en escritor, y en base a ellos, analizaremos a continuación el desarrollo del argumento.
A partir de aquí, y hasta nuevo aviso, donde aparece Kafka, se debe leer Samsa, y donde escritor, cucaracha.
Kafka un día se descubre, y se reconoce, a sí mismo como escritor, profesión que sabe que le va a alejar de una forma radical de su familia, incluso, ¿por qué no?, es posible que ni le entiendan, por -o a pesar de- ser escritor y aunque él y su familia utilicen el mismo idioma. Pero Kafka no siente odio ni rabia por el tiempo en que sí se entendían, el tiempo en que, de alguna manera, él les pertenecía (“a su alrededor todo estaba tranquilo, aunque, sin duda, la casa no estaba vacía. «Qué vida tan apacible lleva mi familia», se dijo Gregor y, mientras miraba fijamente en la oscuridad, se sintió muy orgulloso de haber podido proporcionar a sus padres y a su hermana una vida así, en una casa tan bonita.” La metamorfosis). Sin embargo, sí le preocupa cómo en el futuro su decisión de anteponer su profesión, ser escritor, impactará en sus relaciones familiares (“Pero ¿qué pasaría si toda la calma, todo el bienestar, toda la satisfacción, tuvieran ahora un espantoso final?” La metamorfosis). En ningún momento de la novela Kafka nos muestra un sentimiento negativo o vengativo para con su familia, ni tan siquiera en el más que famoso final, al que volveremos más tarde.
Leamos Carta al padre, donde Kafka objetiviza con una dureza tranquila su relación familiar (“Compáranos [le dice a su padre] a los dos: yo, para expresarlo muy brevemente, un Löwy con cierto fondo de los Kafka, pero un fondo que no entra en actividad por la voluntad de vida, de negocios, de conquista, de los Kafka, sino por un aguijón de los Löwy que empuja en otra dirección y de un modo más secreto, más recatado, y que muchas veces deja por completo de empujar. Tú en cambio un auténtico Kafka en fuerza, salud, apetito, volumen de voz, elocuencia, autocomplacencia, sentimiento de superioridad, tenacidad, presencia de espíritu, don de gentes, una cierta generosidad, pero también, como es natural, con todos los defectos y deficiencias, inherentes a esas cualidades, a que te incita tu temperamento y a veces tu irascibilidad […] al decirte esto, te ruego encarecidamente que no olvides que ni por lo más remoto he creído yo nunca en una culpabilidad de tu parte” Carta al Padre), si la comparamos con La metamorfosis, donde no hay sino muestras de amabilidad de Kafka hacia su familia (y no sólo “se sintió muy orgulloso [de su familia]”, sino que cuando la última hora está cercana, Kafka “Pensaba en su familia con cariño y emoción.” La Metamorfosis) y lo sumamos a lo indicado en el párrafo anterior, la explicación psicológica que quiere ver en La Metamorfosis el relato de un alma torturada y vengativa parece hacer aguas...

Una carta de Kafka a Kafka
Todos los personajes han cumplido con su papel, y Kafka nos los ha mostrado sin moralina ni moraleja, sin odio ni rencor; por el contrario, de todos aprueba su obrar y los quiere como son y por lo que hacen. Tan sólo a los inquilinos, que aparecen junto con la dulce, aunque tosca, música de Grete -su hermana, su amante- los dibuja unidimensionales, negros sin fisuras, amenazantes, invasores: devoradores de tiempo, fuerzas y voluntad.
Samsa le dice a Kafka que ya toca el fin, y que “[s]u propia opinión respecto a que debía desaparecer era si cabe más decidida que la de su hermana.” (La Metamorfosis). Y no sólo asume y se hace responsable de la decisión de ser, sobre todo y ante todo, escritor (recuerde y aplique el lector el trato sobre trasponer las palabras Kafka y escritor), sino que acaba la carta anunciándole -de hecho, recordándole- que su decisión no traerá la desgracia sobre su familia, que su familia, y en particular Grete, “se había convertido en una joven lozana y hermosa” (La metamorfosis)...
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