Los chicos del valle

A lo largo de los años he ido acumulando una buena cantidad de obras de terror que han modelado al lector que ahora soy. No sabría decir que fue lo que encontré en aquellos libros, por qué me fascinaban, qué los diferenciaba del resto de obras literarias convencionales… O si en realidad fueron ellos los que encontraron en mi a un niño miedoso y propicio para atormentarlo con ese abanico de sangre, atrocidades y muerte que desfilaba por aquellas añoradas páginas.
Ha pasado el tiempo y sigo disfrutando de esta aterradora experiencia. A día de hoy no me planteo otra manera de entender la diversión con los libros que la que supone el enfrentarse a esas historias, en donde la incertidumbre ante lo desconocido continúa provocándome todo tipo de estremecimientos. Libros como El exorcista, Nuestra parte de noche, Cementerio de animales, La chica de al lado…presentan diferentes modos de enfocar el horror y todos ellos, lo han conseguido.
Sin embargo, acariciar las redes del terror no es tarea sencilla. Es fácil caer en la tentativa de frecuentar espacios, repetir esquemas y sorprender con giros de la trama que, por desgracia, suelen ser previsibles.
En Los chicos del Valle, Philips Fracassi nos plantea una experiencia reconocible para el lector acostumbrado a este tipo de historias. Nos encontramos inmersos en un viejo orfanato, alejado de cualquier contacto con la sociedad, en condiciones ambientales complejas, cuya rigidez en las normas, la escasez de recursos y la férrea disciplina, suponen por sí mismas una fuente inagotable de horror. Bajo esas circunstancias crece Peter, nuestro protagonista, que trata de servir de guía al resto de los niños de la institución pero cuyos traumas del pasado continúan presente cada día en sus pensamientos.
Pero una noche, de madrugada, llaman a la puerta…
Con esas premisas, Los chicos del Valle no deja de ser una apuesta por esos ambientes fríos, lúgubres y góticos que tan bien se adaptan a la literatura de terror. Sin embargo, esa llamada a la puerta hace que la novela se tiña de unos colores lo suficientemente oscuros como para viciar las paredes de ese orfanato, recordándonos que lo que habíamos leído hasta ese momentoera una simple introducción.
En las novelas que mencioné antes, todas ella estremecedoras y virtuosas en eso del terror, se mantienen unos nexos en común que están presentes en esta obra de Fracassi. Más allá del origen del mal que describan, en esos grandes libros los autores se toman su tiempo para que te familiarices con los personajes, les cojas cariño y, como es obvio, terminen por importarte. Pero, al igual que en esta historia, una vez que te has familiarizado con ellos, se desata esa incertidumbre que te hará temer por todo aquello que les pueda pasar.
Eso genera miedo, mucho, dentro de esta obra cuyo núcleo central radica en la supervivencia de unos pequeños cuya vida ya estaba siendo terrorífica antes de escuchar los golpes de la puerta. Fracassi es impecable con sus personajes y les dota de las herramientas necesarias para aterrorizar al lector hasta el punto de tener que reflexionar alejado del libro acerca de determinados pasajes narrados que están llenos de pura maldad.
Soy consciente de que el terror no deja de ser una percepción, una percepción tremendamente subjetiva. La misma que me lleva acompañando desde que me inicié a leer este tipo de historias que continúan a mi lado pese al paso de los años. Ese miedo lo encuentro entre las líneas de historias tan fantásticas como las que se presenta en Los chicos del valle.
Y es que, pese al transcurrir de los años, leer novelas como esta no dejan de hacerme feliz.