Los chicos del valle

En las primeras páginas conocemos a un niño la noche en que pierde a sus padres y su hogar en una sangrienta tragedia. La violencia de esta escena ya nos aventura el tono que va a tener la historia: tensa, oscura y atmosférica.

Posteriormente nos encontramos en el orfanato para niños St. Vincent, un internado parroquial para huérfanos situado en un valle remoto de Pensilvania.

Estamos a principios del siglo XX y estar en un lugar así ya de inicio crea un ambiente turbio y desolador. Los niños del orfanato, bajo la cuidadosa vigilancia de varios sacerdotes, cultivan sus propios alimentos y sólo socializan entre ellos. Hay viajes ocasionales a una granja lejana, pero sólo uno de los sacerdotes, el padre Andrew, y uno de los niños mayores, Peter, van alguna vez. Para el resto de los niños, los terrenos y el orfanato constituyen todo su mundo.

Una noche fría y de tormenta, mientras todos los niños se encuentran en sus literas, escuchan ruidos y gritos abajo. Alguien ha venido pidiendo ayuda a los sacerdotes. Se trata de un grupo de hombres que acuden en busca de ayuda y auxilio para uno de ellos, que está herido. Éste delira, parece peligroso y tiene símbolos grabados por todo el cuerpo. Cuando los sacerdotes intentan ayudarlo, él muere, liberando un antiguo mal en su último aliento.

Mientras tanto los chicos intentan averiguar que está pasando, pero cuando las puertas del dormitorio se abren de repente y la cruz que cuelga sobre su puerta cae al suelo, sienten que algo ha cambiado en el ambiente.

Enseguida, algunos niños comienzan a actuar de manera extraña. Se vuelven malvados y retorcidos, intimidando al resto de una forma que nunca antes habían hecho. Comienzan a formar grupos y es a partir de este momento donde todo dará un giro y se desata el infierno en St. Vincent's.

Una historia bien contada, bien hilada, atmósferica y espeluznante. Una mezcla entre el exorcista y el señor de las moscas. Me encantó y se lo recomiendo a todo fan del género.