Había visto tantas reseñas de este libro que esperaba leérmelo con muchísimas expectativas, pero, curiosamente, ha tenido el efecto contrario: lo he empezado sin esperarme nada, y me ha venido bien. Las críticas estaban muy polarizadas: por una parte, quienes decían que era un libro infumable; por otra, quienes afirmaban que es un thriller que engancha y que no puedes soltar. Y, para engordar la polémica, tengo que decir que me sitúo en medio: no comparto ni una opinión ni la otra. No me parece un libro que desaconsejar, pero tampoco una lectura apasionante. Considero que es una novela que, en su nicho, cumple y funciona; el problema está en que nos la han vendido como un “hipnótico thriller” y no estoy de acuerdo. al presentármelo así, me espero una intensa investigación, tramas paralelas que vayan ganando tensión… y no es el caso. Sí hay un misterio y un par de momentos que le dan intensidad, pero creo que es un error promocionarlo así, porque puede inducir al lector a llevarse un chasco con un libro que, de haberle presentado de otra forma, habría acogido con mucha más euforia. La idea es muy original y la trama tiene potencial, pero se pierden por el camino. Se tratan de forma bastante acertada temas como la ansiedad y la adicción, pero en esta novela eso adquiere un carácter secundario, porque tú te centras en la parte de thriller que estás esperando. Las descripciones y la ambientación están muy conseguidas en mi opinión, pero flaquean los personajes: Caroline podría haber sido una protagonista memorable si hubiera mostrado más iniciativa, pero es una pena que se quede tan plana. |