 |
Llevaba años tratando de comprar este libro y hace unos meses lo encontré de segunda mano. El recuerdo que aún mantengo vivo de la película ha amortiguado en cierto modo el impacto del desorden temporal y de narradores de la novela, y me ha ubicado en la maraña de personajes. Pero también me ha predispuesto a considerar una información y parte de la historia de una forma diferente a como está planteada en la novela. En este sentido es una lástima que la estrecha y moralizante sociedad norteamericana (materializada en las decisiones de las productoras cinematográficas) no permitiera mostrar una historia de amor sin disfrazarla de pura amistad… En cualquier caso, pese a mis altas expectativas, he disfrutado mucho de la lectura de esta historia de sororidad femenina en la que destaca, asimismo, la creación de comunidades que funcionan a través de redes de apoyo que se fundamentan en la aceptación, el conocimiento y la comprensión del otro. Con un lenguaje sencillo, un humor agudo y constante y una estructura ágil, la escritora plantea temas de profundo calado en la sociedad norteamericana del siglo XX y deja claro su posicionamiento frente al racismo, la violencia o la homosexualidad a través de las conductas y diálogos de sus pintorescos personajes. Dos de ellos, además, constituyen modelos que se considerarían alternativos al papel que se espera adopte una mujer en muy diversas esferas (aunque a día de hoy los podamos considerar algo estereotipados o incluso casposos en ciertos momentos). Su proceso de creación de unas nuevas reglas que impiden que los hombres consigan sus metas a costa de las mujeres es lo más interesante a mi modo de ver (y la cristalización de todo ello en Towanda es francamente divertido… imposible no evocar a Kathy Bates). La contundencia y claridad de algunas de las reflexiones de la autora brilla en un texto crítico hacia una sociedad que somete a una parte de la población; la rebelión de sus personajes frente a todo ello es su inspiradora forma de “restaurar el orden”… |
>
