La cancela, siempre cuidadosamente cerrada, pendía colgada de una bisagra, como si fuera el cuerpo de una persona desmayada, y las ventanas estaban cerradas a cal y canto, a pesar del maravilloso tiempo veraniego.
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La cancela, siempre cuidadosamente cerrada, pendía colgada de una bisagra, como si fuera el cuerpo de una persona desmayada, y las ventanas estaban cerradas a cal y canto, a pesar del maravilloso tiempo veraniego.
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¿Para qué viajan Fray Guillermo y Adso a la abadía benedictina?