Ignitus Antes de sumergirnos en la obra hablemos un poco del autor: Juan Filloy. Nacido en el año 1894 en la ciudad Córdoba, provincia de Córdoba, Argentina. Estudiaría abogacía en la ciudad de Córdoba, llegando a participar en el levantamiento estudiantil que terminaría en la reforma universitaria de 1918. Luego de recibirse se trasladaría a la localidad de Río Cuarto donde viviría durante 64 años hasta el fallecimiento de su esposa. Luego de enviudar volvería a la ciudad de Córdoba, en la cual viviría hasta su fallecimiento a la edad de 105 años. Durante toda su vida escribiría y publicaría (en su mayoría de manera privada) sus obras, las cuales tiene como principales características, el de romper con las estructuras y siempre ser provocadoras. Es así que hemos elegido hablar de Ignitus, obra donde Filloy rompe con cualquier estructura narrativa clásica. Lo primero que notamos es el esqueleto narrativo donde son contados los acontecimientos, puesto que a diferencia de otras narraciones aquí el andamiaje que sostiene todo el relato nos es mostrado sin disimulo. Lo que notamos luego es la división de la narración, la cual se encuentra segmentada en sesenta partes a lo largo de poco más de ochenta páginas; sin constituir estas partes capítulos propiamente dichos, podríamos decir que en realidad son intervenciones o voces de los distintos participantes de la historia. Otro giro interesante en la narrativa de dicha obra es el hecho de que ninguna de las voces, salvo aquella identificada como Relator, nos narran los acontecimientos estrictamente tal como sucedieron, sino que cada una interviene desde su punto de vista, condición o relación con los protagonistas. Por último, el libro juega con lo visual pues carece de una estructura formal propia del cuento o de la novela a la vez que juega con los rudimentos propios del guion de teatro. Ahora, para quien leyó el párrafo anterior la primera pregunta que va a surgir es: ¿Sobre que trata Ignitus? Bueno he aquí un intento de repuesta: Ignitus nos cuenta como una familia ( Della Rosa) sufre una horrible tragedia, pero la historia no es sobre la tragedia en sí, sino que se trata de como este suceso es visto por los vecinos del pueblo en el que habita dicha la familia. Como mencione antes toda la obra de Juan Filloy es provocadora y en esta obra no hay excepción, pues nos enfrenta a nuestros propios prejuicios. A lo largo del libro nuestras opiniones cambian intermitentemente, siempre tomando datos prefigurados por los distintos individuos que componen el universo del pueblo los cuales la mayoría de las veces desconocen la realidad de los hechos. Es así que todos se dan cita con su opinión formada, el común de vulgo, los representantes de la ley que deben resolver el caso, los medios de comunicación, un vagabundo sentado observando el tumulto, si hasta Lenin y Sócrates se presentan como meros comentaristas de futbol, para dar su parecer sobre los hechos. Dos facetas interesantes para mencionar son el papel que juegan los miembros de la fiscalía y los medios de comunicación, mientras que los primeros ven la tragedia como un caso rutinario que quieren cerrar lo antes posible e irse a casa; el papel del periodismo es el de mantener siempre expectante al público y estirar la noticia hasta el infinito, para poder seguir vendiendo y producir dinero. Juan Filloy, en su historia nos regala unos momentos de respiro a través de la figura del Relator, que si nos fijamos al principio de la historia no es otra que Melpómene (Musa de la tragedia). Si bien la figura del Relator inicialmente pude parecer prescindible, lo cierto es que es la única voz neutral de la obra y es quien nos facilita los datos necesarios para armar este rompecabezas. Aunque hay que destacar que dicha figura se hace presente en el libro siempre en momentos claves obligándonos a pensar en aquello que hemos leído. Podemos concluir que Ignitus trata de un incendio el cual identificamos con la manipulación del estupor y la opinión publica. + Leer más |