Tras leer la obra ganadora, quería leer el libro finalista y la verdad es que no me arrepiento de haberlo hecho. He descubierto a una nueva escritora que tiene un don en la palabra, entreteje las palabras de forma muy poética y aunque a veces, puede resultar recargado y reiterativo, la verdad es que el punto de originalidad que muestra esta historia. Nos encontramos con Amelia, una muchacha que solo sabe pintar flores y es que dibujar personas para ella es un mundo. Su falta de autoestima hace que no esboce ni un solo rostro medio bien. Tendrá un encargo y se marcha hasta una mansión abandonada para buscar a la musa; y la encontrará. Allí aparece Silvia, una chica que no se sabe realmente quien es y que le acompañará por allí, pero no todos los días; ya que algunos días se pierde y no asoma por allí. La historia tiene un señor plot twist y es que yo he hecho mil y una teoría con este libro. ¿Se me pasó por la cabeza la que es? Sí, pero la forma como la autora lo hace es muy diferente. Judith nos trae un recurso bastante utilizado, pero lo hace de una forma bastante guay. No hay muchos secundarios, son solo ellas, dos mujeres que buscan ese deseo entre ellas de manera muy sutil. Un punto de vista dual, donde el de Silvia es muy original ya que lo cuenta como si le hablase a Amelia. Está muy bien diferenciado. Me ha dejado una sonrisilla en boca, aunque cuando lo he terminado he pensado en la historia en su conjunto y hay hilos que se me escapan o que los he dejado escapar. Una primera novela de una autora que viene pisando fuerte + Leer más |