El país de los pájaros que duermen en el aire

El mar es el único lugar por el que, de verdad, no parecen pasar los años.

Tuvo esta mañana una claridad que me recordó a la que trae la edad.

Entro en el convento y leo la cita de San Juan de la Cruz, que es como si la leyera por vez primera, y que ahora escribo de memoria: "A la tarde de la vida te examinarán del amor".

Los árboles no echan hojas sino manos para agarrar el viento.

Me miro las uñas. Están nacaradas como el hipostraco de un caracol de los mares. El pelo tiene algo de alas de pájaro, los brazos de rama. Puede que estemos hecho con un poco de todo lo que hay, de todo lo que hubo. Que seamos material de derribo.