En el prólogo nos encontramos al protagonista, Jesús Rosique, un inspector de policía a punto de jubilarse que recurre a un caso antiguo para dar una conferencia en la Academia de Policía. Su mujer, que no se resiste a leer las notas que éste ha preparado nos introduce en el cuerpo de la novela narrado en primera persona, pues es el inspector quien lo hace a través de ellas. El libro con una trama que me recuerda al estilo de Agatha Christie, nos sitúa en Sevilla, en la primavera del 86: el asesinato de un anciano impedido en un piso cerrado, un edificio de cuatro plantas y una vivienda por planta, varios sospechosos con coartadas irrefutables, pero con suficientes motivos para llevar a cabo el crimen. Es entonces cuando nos metemos de lleno en la investigación de la mano del inspector Rosique y su ayudante Yañez. Ambos se complementan a la perfección pese a qué el inspector se enamora de una de las sospechosas, Lara, e intentará desde el primer momento exculparla lo que le lleva a poner en peligro su carrera. Al final regresamos de nuevo al momento actual y el libro se cierra con un epílogo que resulta sorprende y para mí perfecto. Me gusta cómo se describen a los diferentes personajes y en especial el inspector Rosique, que deja de lado en instinto policía para actuar condicionado por otros instintos mas primarios: la pasión y la obsesión que siente por la sospechosa. Es una mezcla de novela policiaca con novela romántica. El autor consigue que la intriga se mantenga a lo largo de todos los capítulos, escritos de forma sencilla. Esta combinación de intriga y romanticismo, te atrapa hasta el final. + Leer más |