Lo es no sólo porque gire alrededor de la construcción de una iglesia, más que una catedral, sino porque utiliza su mismo truco de que una única persona sirva para mostrar el funcionamiento social de todo un siglo en un lugar concreto (que, en realidad, es lo que intenta hacer toda la literatura histórica). La vida de su protagonista, Arnau, al que conocemos cuando es un bebé, está ligada a esa Barcelona del siglo XIV en la que los burgueses empiezan a ganar el poder que da el dinero, un dinero que ofrece también la opción a los campesinos, por ejemplo, de ascender de posición social y dejar de servir a un señor feudal que los oprime y explota de todas las maneras posibles.
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