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Crítica de margazquez


margazquez
14 March 2021
Cuando se cumplen 125 años del nacimiento del detective más famoso de la literatura, que vio la luz por primera vez en "Estudio en Escarlata", Sherlock Holmes está más vivo que nunca para deleite de sus fieles seguidores, muchos de los cuales incluso creen que fue un personaje real que traspasó la frontera de la ficción literaria. La prueba la tenemos en el cine, los videojuegos y hasta en la televisión. El mismísimo doctor House rinde homenaje al detective residiendo en el 221B de Baker Street, donde vivía Holmes, y su primera paciente en la famosa serie televisiva se llamaba Irene Adler, igual que la mujer más importante en la vida del detective.

El escritor Mariano Fernández Urresti, autor de casi una veintena de libros sobre enigmas históricos (muchos habrán visto sus intervenciones en los programas de Íker Jiménez) y que alcanzó un enorme éxito con "Las claves del Código da Vinci", se rinde también al personaje creado por Conan Doyle y nos regala "Las violetas del Círculo Sherlock", una novela de misterio donde confluyen las aventuras de Holmes con los crímenes perpetrados por el asesino que sembró el terror en el Londres victoriano, el mismísimo Jack el Destripador.

En principio la idea de juntar a estos dos personajes míticos no es nueva, pero sí lo es su enfoque al transportarlos al tiempo actual a una localidad que pese a no ser nombrada en la novela no es otra que Torrelavega (Cantabria), y al poner la trama en manos de un escritor que podría ser el alter ego de Holmes, y de un copycat, un emulador del asesino de Whitechapel, dando fruto a una novela hipnótica y muy amena, que con una adecuada dosificación del misterio va alternando los crímenes con las relaciones privadas de los personajes, a la par que hace un retrato social del mundo que los rodea al adentrarse en temas como la inmigración o la política.

Fernández Urresti es un buen narrador que conoce todos los trucos de la novela detectivesca clásica, la llamada novela enigma, y cumple al dedillo aquella máxima de la gran Agatha Christie cuando decía que el éxito de una novela policiaca residía en que “el detective no debe saber nunca más que el lector”. Consigue así Fernández Urresti que el lector se implique en la historia y vaya haciendo sus cábalas sobre quién será el asesino que emula los crímenes del Destripador en un intento de desafiar al mismísimo Sherlock Holmes en la persona del protagonista del libro, el escritor Sergio Olmos, un entusiasta de las aventuras holmesianas que perteneció en su juventud a un club de estudiosos del detective, el Círculo Sherlock, y con cuyos miembros se reencontrará después de muchos años al hilo de las muertes que están acaeciendo en su ciudad natal.

No he conseguido sin embargo empatizar con el protagonista del libro, el escritor Sergio Olmos, debido a que hereda todos los rasgos negativos de su admirado Holmes pero no el que hacía de éste un personaje excepcional: su sagacidad y perspicacia en la resolución de los crímenes. de este modo, su altanería y su frialdad me han alejado de él durante toda la novela, ni tan siquiera en las escenas en donde suelta alguna lagrimilla me han conmovido lo más mínimo. Algunas incoherencias, al menos así me lo ha parecido a mí, han redundado en esa falta de conexión con el protagonista. A modo de ejemplo, Sergio Olmos se nos presenta constantemente en el libro como poseedor de una extraordinaria capacidad memorística, llegando a recordar hasta el más mínimo detalle de las aventuras de Holmes o recordando el nombre de personajes más que segundones, como el de una médium a la que se hace referencia en el libro; y que sin embargo sea incapaz de recordar el nombre de Cristina, personaje del que se supone queda prendado desde que la ve y con la que de hecho entablará una relación amorosa, le ha restado credibilidad al personaje. Obviamente este detalle es una nimiedad que no pasa de ser una percepción personal y que en modo alguno afecta al disfrute de la lectura del libro. A este respecto he conseguido entablar mucha más conexión con otros personajes de la novela, bastante más secundarios, por resultarme más coherentes en su descripción y por ende más verosímiles.

La atmósfera del Londres victoriano con sus calles oscuras apenas iluminadas por farolas de gas está muy lograda al hilo de los flashbacks que presenta la novela, al igual que lo está la investigación de los crímenes al superponer dos líneas paralelas: la más pura al estilo de la novela detectivesca clásica con la más actual, realista y rigurosa de la novela policiaca que incide en la investigación y no en las especiales dotes de deducción de los personajes. Sergio Olmos, el protagonista, en un mano a mano, pondrá sus conocimientos holmesianos al servicio de la policía para conseguir atrapar a ese copycat, el emulador de Jack el Destripador, por lo que el libro agradará de igual modo tanto a los amantes de la novela enigma como a los de la novela policiaca más genuina.

El ritmo no es desasosegante ni trepidante, algo lógico por otra parte dada la extensión de la novela, pero resulta sumamente adecuado en la dosificación del misterio. Impecable y brillante, eso sí, resulta la documentación de las aventuras holmesianas, con múltiples referencias a pie de página y nota aclaratoria final del autor, y lo mismo los entresijos que rodearon los crímenes del Destripador, narrados a modo de crónicas periodísticas de la mano de uno de los personajes del libro. Todo un trabajo de documentación exhaustivo que dota a la novela de un carácter casi académico. Este riguroso ejercicio de documentación se convierte así en el mayor valor del libro, constituyendo un auténtico festín literario para los admiradores de Holmes o para los que quieran saber con detalle la vida y milagros de Jack el Destripador. En contra puede ser un lastre para los que busquen más acción, giros y sorpresas, en definitiva, menos información de las aventuras holmesianas y menos recreación en los crímenes de Whitechapel.

Fernández Urresti es un escritor honesto que no se saca conejos de la chistera y remata la novela con una buena dosis de coherencia, lo que tiene como contrapunto la ausencia de sorpresa final. Las pistas que a lo largo de la novela va sembrando el autor llevan incluso al lector menos atento a ponerle nombre y apellidos al emulador de Jack el Destripador, restando como digo esa sorpresa final pero resultando a la par convincente al no intentar engañar al lector con el único fin de sorprenderle a cualquier precio.
En suma, el libro resulta tremendamente ameno y bien construido a pesar de la complejidad narrativa que entraña una historia que alterna ficción con realidad, pasado y presente, y no me cabe duda de que ocupará un lugar destacado en las estanterías de los fieles seguidores del mítico personaje creado por Sir Arthur Conan Doyle.

Enlace: https://elsindromedetsundoku..
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