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Es una historia que nos presenta a Harper, una protagonista con una suerte de lo más... esquiva. ¿Qué pasa cuando eres un imán para los desastres y en los momentos más importantes terminas haciendo el ridículo? Eso es justo lo que le pasa a nuestra protagonista. Abre su propio negocio, un proyecto que tenía desde pequeña con la ayuda de una buena persona. Todo parece ir sobre ruedas hasta que el señor que apostó por su negocio fallece... Y aquí es donde aparece "el Gilipollas", el nuevo dueño del local, que no tiene ni idea de lo que Harper intenta construir y está decidido a cerrarle el chiringuito. Pero hay algo en Harper que lo hace dudar antes de echar el cerrojo. La relación entre ellos es un auténtico choque de trenes, lleno de encuentros "accidentados" y una tensión que te sacará más de una carcajada. La historia es una montaña rusa de emociones, con capítulos que te hacen reír y otros que te tocan la fibra. Es perfecta para esos momentos en los que necesitas algo fresco y ligero que te haga desconectar. La relación entre Harper y "el Gilipollas" es un desfile continuo de desastres y risas, con unos diálogos muy divertidos. A lo largo de la historia, vemos cómo tanto Craig como Harper luchan con unas expectativas que no les hacen felices, y cómo esas expectativas, como en la vida misma, nos empujan por caminos que no nos hacen felices. Si tengo que ponerle un pero, diría que algunas situaciones me han parecido un poco forzadas, pero eso va en gusto. En resumen, si estás buscando algo para leer que sea entretenido y ligero, "Apadrina un gafe" es una apuesta segura. |
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