El cielo y el infierno son muy reales, pero no hace falta buscarlos fuera. Existen dentro de cada uno de nosotros.
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El cielo y el infierno son muy reales, pero no hace falta buscarlos fuera. Existen dentro de cada uno de nosotros.
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Esto no es una comedia romántica; es una guerra, una maldita guerra que nos lo ha arrebatado todo. Podemos escondernos hasta que nos caiga una bomba sobre la cabeza o ir a luchar. Al menos, no pueden arrebatarme la libertad de elegir cómo irme de este infierno.
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Recordó el lema que le había recitado Miluda el día que se presentó en el hospital ofreciéndose a ayudar en lo que pudiera: «Si puedes curar, cura. Si no puedes curar, alivia. Si no puedes aliviar, consuela. Si no puedes consolar, acompaña.»
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—¿Qué esperabas? Un capullo es un capullo —sentenció Lucas—. Y en Navidad no deja de ser un capullo; se convierte en un capullo navideño.
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Pero si algo aprendían los habitantes de Alepo era vivir el momento. Pero imposible saber dónde caería la siguiente bomba. Uno tenía que elegir: meterse en la cama temblando como un ratón asustado o plantarle cara a la vida.
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¿Quién escribió la saga?