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El don de Pheyre es una maldición. No puede controlarlo. Ella es la primavera y todo brota a su alrededor, agotándola y llevándose sus fuerzas y su vida poco a poco. Por eso, cuando se le presenta la oportunidad de casarse con Haran, su amigo de la infancia y dios del Inframundo, capaz de quitarle el dolor como a las almas en su reino, acepta. Beatriz Esteban se ha basado en la mitología griega para crear esta historia, pero con algunos cambios. Los mitos clásicos están ahí, pero hay ciertas diferencias. La estructura del libro es original. Tenemos los capítulos normales escritos en tercera persona y pasado, y unos párrafos a modo de leyenda antes de algunos de ellos. A lo largo del libro hay varios momentos de confusión donde los personajes están enfadados, en el siguiente párrafo vuelven a estar bien, y en un tercero se lanzan pullas. Esta incoherencia volvía el libro un poco menos atrayente cada vez. Otro detalle que no me ha gustado ha sido todo el secretismo que hay entorno a la madre de Pheyre y lo que ocurrió en el pasado. No se ha sabido dosificar bien el misterio para mantener al lector atrapado, sino que crea frustración por no entender. La amistad que tienen Haran y Pheyre desde que ella era pequeña es muy bonita y tierna. Cada vez que rememoraba un momento juntos de su infancia me salía una sonrisa. Pero en la actualidad, su relación se vuelve tóxica y no me ha gustado cómo ha terminado tratándola la autora. Una de las cosas que sí me ha gustado y que quiero destacar es lo fuerte que es la relación entre las mujeres. Estos momentos de sororidad, de estar juntas pese a todo lo malo, son muy emocionantes. Si algo tienen en común las historias de mitología griega es que todos los dioses eran unos egoístas, seres que aparentan ser luz, pero que esconden más oscuridad que muchos humanos. Y aquí no iba a ser menos... Es el segundo libro de la autora que leo y que no me termina de convencer. Aun así, no descarto leer otras novelas suyas en el futuro. |
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