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Crítica de lecturas


lecturas
24 March 2024
La muerte de Vivek Oji es una novela que da visibilidad a los ignorados, incomprendidos o rechazados.
La historia gira entre una narrativa en tercera persona a los capítulos en primera persona desde la perspectiva de Vivek y su primo Osita. La muerte de Vivek no es un spoiler, está en el título y se menciona en la línea de apertura de la novela, pero la imagen de la misma es incompleta y lentamente nos llega al final de la novela.
Ambientada en 1998, Vivek es llevado a casa desde la Universidad por razones no mencionadas, muy relacionadas con un problema de salud mental, el día que el dictador nigeriano Sani Abacha murió. Hay un llamativo paralelismo entre el sentimiento de libertad de Vivek para encarnar su identidad que crece con la aceptación de amigos cercanos y la esperanzas de libertad, ya que Nigeria celebraría sus primeras elecciones democráticas después de 16 años de dictadura militar.
La autora pone de relieves temas como la sexualidad, identidad de género y la forma en que la resistencia al progreso es dañina. También trata temas sociales, como la violencia hacia el colectivo gay, los disturbios que ocurren en el mercado y las tensiones entre los cristianos nigerianos y los musulmanes venidos del norte.
El panorama político se convierte en un campo minado para que los personajes naveguen mientras abrazan quienes son en un mundo siempre cambiante. Los personajes forman parte de una unidad familiar comunitaria, los hijos de las nigerianas: mujeres que fuera de Nigeria se han casado con hombres nigerianos. La autora presenta una sociedad patriarcal fuerte y obstinada donde los hombres tienen abiertamente aventuras o tienen una segunda familia con la esperanza de tener un heredero varón. En medios de estas condiciones, los jóvenes están creciendo adoptando estilos de vida mucho más inclusivos que sus padres. Hay un marcado contraste entre las creencias anticuadas de los padres que ven cualquier cosa como un signo de la mala salud mental y la juventud que está mucho más receptiva. Los jóvenes rechazan las normas establecidas de la heterosexualidad como única opción y se apresuran a abrazar la diversidad.
Akwaeke Emezi tiene un don para la prosa, su lenguaje es fluido. Con una prosa fundamentalmente descriptiva, dejando muy poco margen al diálogo. Conserva una fuerte inclusión de la cultura igbo a través de las palabras y la sintaxis en el discurso del personaje. Sin obstaculizar la comprensión. Sabe elegir qué momentos de intimidad pueden ser los más relevantes para el lector, y se detiene mucho y en pasajes en los que comprendemos que algunos personajes son simplemente incapaces de entender a Oji.
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