La isla del día de antes

Este es el tercer libro de Umberto Eco que leo, y cuando lo vi en una librería a mil pesos (menos de un dólar), no pude resistirme. Obviamente, el hecho de que un libro de tapa dura de un maestro universal estuviera a descuento, casi regalado, implica que no es de lo más leído, pero eso es una nota aparte en esta reseña.
Si tuviera que resumir la obra de Umberto Eco con una sola palabra, sería "erudicción". Todos sus libros exudan un conocimiento histórico, religioso, de idiomas, literario, tan vasto, que uno solo puede preguntarse cuándo tuvo tiempo para leer e incorporar tanto saber.
La historia transcurre en el siglo XVII, más precisamente en 1643, cuando la navegación mundial todavía se encontraba en una etapa relativamente inicial y todas las potencias de la época competían para descubrir un método que permitiera determinar la longitud de manera fiable. Algo que hoy en día damos por sentado, pero que en aquella época era un misterio. El protagonista, Roberto de la Grive, es un noble italiano varado en un barco en medio del océano Pacífico. Sin medios para escapar, se dedica a rememorar el pasado y entregarse a meditaciones filosóficas.
La novela está redactada en un lenguaje barroco propio del siglo XVII, y por lo tanto, requiere acostumbrarse al principio. Como todas las obras de Umberto Eco, el libro le pide un esfuerzo extra al lector y da por asumido que el mismo está familiarizado con personajes reales, costumbres, teorías y creencias que eran predominantes en los años en que se sitúa la trama. Algo que Eco tal vez debería haber remediado con el simple recurso de poner notas de pie de página. La historia también incorpora elementos del "doble", a través del hermano malvado de Roberto, Ferrante.
Personalmente lo disfruté, aunque cabe aclarar que sé bastante de varios personajes nombrados (Richeliu, Mazzarino, solo por nombrar algunos) y no es mi primer libro de Eco, así que sabía a qué atenerme cuando lo leí.