Tuve la suerte de leer El nombre de la rosa antes de ver la película. Años después, releí este clásico policial brillante, ambientada en un monasterio del medioevo, donde el protagonista y su joven ayudante a través de métodos deductivos hacen de detectives para develar una serie de misteriosas muertes. El poder de la lectura con una biblioteca misteriosa, el descubrimiento de la pubertad y la admiración por parte del joven y la particular forma de ser del protagonista al mejor estilo Sherlock Holmes, hacen de esta historia una de las mejores que he leído. Si la película es buena, el libro es espectacular.
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