Rosa la sanguinaria

No eran pocas las expectativas que tenía para este libro después de lo mucho que disfruté con la primera parte de la saga y ya se sabe que, en ocasiones, las expectativas nos pueden jugar una mala pasada. Afortunadamente, esta no ha sido una de dichas ocasiones. Puedo afirmar, sin ninguna duda, que "Rosa la sanguinaria" está a la altura de "Reyes de la tierra salvaje".

De la mano de nuevos personajes, y de personajes que ya conocimos en el libro anterior pero que en esta ocasión ostentan el rol protagonista, nos adentramos de nuevo en la tierra salvaje y nos reencontramos con las bandas, las hordas y un papel que a mi me encanta: los bardos. Una nueva historia, nuevis protagonistas, nuevos enemigos, pero una misma filosofía. Y es que en esta nueva entrega el autor sigue jugando con los elementos que convirtieron la primera parte en todo un éxito.

El toque de humor que impregna la trama, el carisma de sus personajes y la manera en la que se rompen los estereotipos de las novelas de fantasía más clásicas son, al menos para mí, los tres pilares fundamentales que aseguran el éxito de la obra de Nicholas Eames.

Comparándolo con el primer libro, debo decir que Rosa me ha removido mucho más, despertando en mí una mayor cantidad de sensacuones que han cubierto el amplio espectro que va desde la alegría al dolor, pasando por el sufrimiento e incluso el sacrificio y el amor. En mi opinión, el autor ha sabido encontrar el equilibrio perfecto entre el humor que caracteriza sus obras y otras escenas más profundas y rebosantes de sentimiento que he sido capaz de vivir en mi propia piel.

Si bien es cierto que los libris que conforman esta saga son prácticamente autoconclusivos, pues se le da punto final al que es el conflicto principal en cada uno de ellos, es muy -MUY- recomendable leerlos por orden de publicación. de lo contrario, son muchos los detalles que se nos pueden pasar por alto.

Una saga que no me voy a cansar de recomendar a todos los amantes de la fantasía dispuestos a vivir una gran aventura sin dejar de lado la diversión.