Robin Hood

Galdós, gran admirador de Scott y del diseño mobiliario, ideó una peculiar estantería para albergar las obras del prolífico autor británico, con su nombre tallado en madera. Walter Scott (1771-1832) fue un autor característico del romanticismo literario, en realidad, el primero en alcanzar una proyección internacional, y al que el escritor español descubriría en uno de sus múltiples viajes. No obstante, su fama fue tal que, no solo se devoraron sus libros en Europa, también llegaron a Norteamérica o Australia.

Creador de lo que hoy conocemos como novela histórica, son muchos los títulos salidos de su pluma y que han llegado con toda la fuerza a nuestros días. Así ha sucedido con Ivanhoe (1819), Rob Roy (1818), Waverley (1814), o con el personaje principal de Robin Hood, que aparece mencionado por primera vez en Ivanhoe, bajo el nombre de Robin de Locksley. Y más tarde, en un periódico británico, vuelve a ver la luz en Robin Hood and Little John (1838).

Robin Hood. El príncipe de los ladrones (Gribaudo, 2022), de Alexandre Dumas (1802-1870), publicada por primera vez en 1872, no se trata, por tanto, de una invención propia, sino, como era común en la época, de una revisión de una leyenda que se había ido enriqueciendo con el tiempo. de hecho, la primera mención al mismo se encuentra en la obra de William Langland Pedro el labrador (1377), de Pierce Egan the Younger.

Hood, el más hábil arquero del lugar y un hombre de gran corazón, aunque actúe al margen de la ley, vive resguardado en los bosques de Sherwood y en Barnsdale, próximo a Nottingham. Toma las armas en favor de los desfavorecidos y mantiene un legendario enfrentamiento con el sheriff de Nottingham y el príncipe Juan sin Tierra. Dos individuos con pocos escrúpulos que hacían uso de su situación de poder para cometer ilegalidades y aprovecharse de los más débiles.

La obra posee una continuación Robin Hood el proscrito, publicada también en 1872, de manera póstuma. La editorial Lévy los incluyó, en sus obras completas, junto a la traducción de Ivanhoe, lo que trajo múltiples confusiones, como que sus obras a Scott en España hasta 1980. Aunque en las últimas ediciones es frecuente encontrarlos publicados de manera conjunta bajo el título de Robin des Bois.

Un clásico imprescindible, y que nos traerá muchísimos recuerdos, en una edición totalmente actual y perfecta para llamar la atención de nuestros jóvenes que, como es habitual en Gribaudo, además incluye un extra muy interesante: un juego escondido en el reverso de la cubierta. Una lectura que no os podéis perder este verano.
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