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Crítica de Guille63


Guille63
16 June 2023
“¡Os habéis bebido Rusia, miserables!”

Según la famosa fórmula atribuida a Groucho Marx, la comedia es tragedia más tiempo o, reformulada, tragedia más distancia. Ambas se le pueden aplicar a Dovlatov. En "La maleta", escrita casi una década después de ser expulsado de la Unión de Periodistas Soviéticos y emigrar a Nueva York, Dovlatov retrata la vida en la URSS de su juventud como si de una comedia gamberra se tratara, aunque no siempre ese tiempo o esa distancia logran enmascarar el dolor que siente por su patria.

“—En dos palabras, ¿qué ocurre en la patria? Karamzin no necesitó ni siquiera dos palabras. —Roban —fue su respuesta... Conocí a un hombre delicado, noble, educado, que robó de su empresa un cubo de cemento recién preparado. Por el camino, el cemento fraguó, como era de esperar. El ladrón tuvo que tirar el pedrusco resultante no lejos de su casa. Otro de mis amigos rompió la cerradura de un centro electoral. Se llevó una urna. La escondió en su casa y se quedó tan ancho. El tercero de mis conocidos se llevó un extintor. El cuarto robó del despacho de su jefe un busto de Paul Robeson. El quinto, el soporte metálico para anuncios de la calle Shkapin. El sexto, un pupitre de un club de aficionados a la música…”

La forma que toma este retrato es la del relato. Cada uno de ellos está asociado a un objeto. Son objetos que llevaba en la maleta con la que abandonó el país: tres pares de calcetines finlandeses de color guisante, un par de botines robados al alcalde de Leningrado, un buen traje cruzado muy apropiado para los entierros, un cinturón militar de cuero muy útil como arma de defensa personal, una vieja chaqueta que perteneció a Fernand Léger, una triste camisa de popelín (con gran diferencia, mi relato preferido), un gorro de invierno producto de una pelea que sustituyó a otro gorro perdido en otra pelea y un par de guantes de chófer destinados a la conducción de un coche que nunca llegó a comprar, no le dio la gana. No es cierto eso que dicen de que todo lo importante de una vida cabe en una maleta, pero no cabe duda de que todo lo que se metería en esa maleta tendría una importancia capital. La tuvo para Dovlatov y en este libro nos explica por qué.

"La doctrina marxista-leninista encierra algo. Seguramente, dentro del hombre hay instintos sociales. Durante toda mi vida consciente sentí atracción por los decadentes: los pobres, los gamberros, los poetas novatos. En mil ocasiones hice amigos normales, pero nunca funcionó. Solo me sentía seguro en compañía de canallas, salvajes y esquizofrénicos".

Un sarcasmo melancólico tiñe todos los sucesos y situaciones absurdas que surgen con una gran naturalidad en la cotidianidad bajo una dictadura tan contradictoria y cruel como fue la URSS. Solo el humor y el alcohol, omnipresentes en estos relatos, le pueden hacer frente... quizás también la indiferencia.

“Durante esos años, nuestros amigos se enamoraron, se casaron y se divorciaron. Escribieron versos y novelas sobre el tema. Se mudaron de una república a otra. Cambiaron sus ocupaciones, convicciones, hábitos. Se hicieron disidentes y alcohólicos. Atentaron contra vidas ajenas o contra las suyas propias... Nuestros amigos renacieron y volvieron a morir en busca de la felicidad. ¿Y nosotros? A todas las tentaciones y horrores de la vida contraponíamos nuestro único don: la indiferencia.”

Un libro que se lee en dos tragos, divertido y triste a partes iguales, pero sin ese algo más que yo necesito para disfrutar de una lectura y que aquí solo encontré en uno de los relatos. No obstante, recomendable.
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