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Joder. Cuando empecé Días apasionantes, no sabía que iba a encontrarme una historia tan profunda y unos personajes tan complejos. Ava, la protagonista, se comporta como una chica de su edad. Y quiero recalcarlo porque estamos acostumbrados a ver personajes femeninos completamente infantilizados y naifs que poco tienen que ver con la realidad (al menos, con la mía). Dicho esto, joder. Duele un poquito verse tan identificada en las incongruencias de Ava. Cómo piensa una cosa, defiende unos valores, y luego acaba tirándolos por la borda cuando actúa. Cómo el influjo de Julian comienza a anularla, a ella, que nunca se creyó capaz de caer en tal cosa. Esa relación tóxica de desequilibrio de poder. El pasotismo, la escasa inteligencia emocional propia de nuestros días que tanto daño hace. La vulnerabilidad. Y el descubrimiento de un punto de vista nuevo. No quiero explicar por qué Días apasionantes me ha calado más hondo de lo que debería, pero lo ha hecho. Descubrirme en sus páginas, identificarme en el pensamiento o el comportamiento más nimio. Si es que describe bien a una generación, creo que me incluyo en ella. |
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