Bajo el título aparece un “Secuencias del desasosiego” que va como anillo al dedo a lo que nos encontramos en esta serie de relatos. Reconozco que entré frío a estas historias, muchas incógnitas, acababa situándome con los personajes casi cuando acababa cada relato. Pero hay un nexo común, la ambientación es en una Inglaterra rural cerca de la costa, a partir de ahí empieza lo bueno. Una sociedad en la que no se permite crear, en la que no se permite amar, sentir... donde todo se reduce a acabar con aquellos que no forman parte de ese sistema, bien haciéndoles olvidar ó directamente haciéndolos desaparecer. En un mundo cada vez más idiotizado, donde las pantallas ocupan el lugar que antes ocupaba una vista al cielo, mojar los pies en el mar, o simplemente pasear, no dejan de ser sugerentes las imágenes que propone la autora. Me gustaría poner corred a vuestras librerías, pero creo que esta obra es un poco café para cafeteros, aquellos amantes de las distopías y los interrogantes que quedan en el aire. |