Con su primera novela, ¨
Los olvidados”,
Gonzalo Díaz resultó ganador del VI Certamen Auguste Dupin de novela negra y, una vez leído se entiende el motivo de dicho premio. Sorprende que sea el debut de su autor en la literatura, ya que la novela se encuentra al mismo nivel (e incluso lo supera) de muchos autores con cierto renombre, tanto en cuestión de trama y cómo se desarrolla esta, como de estilo narrativo.
La vida de la reportera Lis Vázquez da un giro cuando recibe la llamada de un amigo de la adolescencia informándole de la extraña desaparición de una pareja en el pueblo de Sempiterno, donde ella pasó parte de su juventud. Aunque todo parece indicar que se trata de una desaparición voluntaria, en la puerta del domicilio del matrimonio aparece un extraño símbolo pintado con tiza que despertará la curiosidad de Lis, llevándola a iniciar una investigación en la que se tendrá que enfrentar a su propio pasado.
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Los olvidados” es una novela oscura, con un estilo ágil, directo y muy visual, llena de imágenes impactantes y unos fantásticos diálogos que consiguen atrapar al lector ya en las primeras páginas. El autor sabe perfectamente como mantenerte enganchado a la lectura, logrando una tensión y una intriga constantes, dosificando la información y sembrando pequeñas pistas a lo largo de la historia, pero sin llegar a desvelar todas sus cartas hasta prácticamente el final. Cuando ya todo parece estar cerrado, el último capítulo da una última vuelta de tuerca, dejando en la retina del lector una imagen final de esas que son difíciles de olvidar.
La narración alterna entre capítulos en tercera persona, con la investigación de Lis como eje principal, y capítulos en primera persona narrados por Abel, una de las víctimas. Aunque esos últimos resultan un poco repetitivos al principio, logran transmitir al lector sus sentimientos, sensaciones y sufrimiento de forma tan palpable que pueden llegar a provocarte una sensación de agobio y ansiedad, dada la atmósfera tan opresiva que crean.
La ambientación en Sempiterno, un pueblo ficticio de la cuenca alta del Manzanares, crea un ambiente oscuro y sombrío que podría estar presente en cualquier pueblo de la sierra madrileña, y que le va como anillo al dedo a la trama.
Los personajes son una de las grandes bazas de la novela, especialmente sus dos protagonistas, Lis y el fotógrafo que le acompaña en su investigación, un chaval muy peculiar que se hace llamar Ned (si, es fan de Juego de Tronos). Son personajes muy bien perfilados y que tienen un arco claro a lo largo de la historia. Ambos tienen más de antihéroe que de héroe, y deberán enfrentarse a sus miedos, a sus propios demonios, lo que hace que sientas cómo van evolucionando delante de tus ojos. El ser testigo de ese crecimiento que van experimentado hace muy fácil empatizar con ellos, pasando del rechazo inicial que pueden generar a querer protegerlos a toda costa. La relación que se establece entre ambos ha sido de mis elementos favoritos de la historia, y ver cómo esas pullas iniciales se van transformando en cariño y respeto mutuo.
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Los olvidados” ha sido una muy grata sorpresa que viene a confirmar que, fuera del circuito de los grandes sellos y editoriales, hay autores que son una auténtica joya y que merecen mucha más visibilidad.
Gonzalo Díaz es, sin duda, un autor al que seguir la pista a partir de ahora, y “
Los olvidados” una lectura obligada para todos los amantes del género negro.