El buen padre

La novela comienza con una escena en la que vemos a la policía acudiendo a un domicilio, escena de un crimen. Una mujer ha sido asesinada y su marido se encuentra en la habitación de al lado con las manos manchadas de sangre. Blanco y en botella.

Un año más tarde, tres personas han desaparecido: un abogado, una juez y una estudiante universitaria. No hay nada que las una y la policía no sabe a qué atenerse. Hasta que un anciano se entrega a la policía confesando ser el autor de los tres secuestros. No sólo eso: los secuestros se convertirán en asesinatos si su hijo, injustamente condenado por la muerte de su mujer, no es declarado inocente y sacado de prisión. Conmina a la policía a investigar de nuevo el caso de la muerte de su nuera y le da un plazo: tres semanas; cada semana en que su hijo permanezca en la cárcel, uno de los tres secuestrados morirá. Y no quiere que cualquier policía investigue el caso: ha de ser Indira Ramos quien, lo sabe por las noticias, es insobornable.

Me encantó el planteamiento de la trama, la verdad. La idea de un padre, un anciano que no tiene nada que perder porque ha perdido recientemente a su mujer y tiene a su hijo en la cárcel, injustamente condenado según él, pueda montar la que monta este señor, me parece fascinante. Quizás un poco difícil de llevar a la práctica, pero creíble sin duda alguna: cualquier padre o madre haría lo que fuese por sus hijos y más si ya no tiene nada que perder, ninguna otra persona de la que ocuparse. Con este inicio de novela y este planteamiento tan original, el enganche lector está servido. Sólo queda saber qué tal remata Santiago Díaz la faena y ya os digo que la remata muy bien (a pesar de que algo del final final sí que pude intuirlo).

“El buen padre” es una novela policíaca pero también un thriller en toda regla. Es de esos libros que enganchan desde el minuto uno y te mantienen así hasta el final. Por supuesto, hay algunos giros argumentales y alguna que otra sorpresa.

No sólo la trama es buena, también lo son sus personajes. Especialmente la inspectora Indira Ramos, quizás la inspectora más peculiar que puebla estos mundos literarios. No os diré por qué, prefiero que descubráis vosotros sus manías, pero ya os aviso de que es de esos personajes difíciles de olvidar. A mí me encantaría verla en más novelas, creo que tiene mucho que decir.

La novela transcurre en tiempo presente (salvo el primer capítulo que tiene lugar un año antes que los hechos principales) y va avanzando a lo largo de, más o menos, las tres semanas de plazo que da el criminal a la policía. Pero también hay muchos flashbacks al pasado que nos permitirán conocer a las víctimas: el abogado, la juez y la estudiante. Sabremos cositas de su vida, especialmente las que tienen relación con el estado en el que ahora se encuentran. Sus historias son subtramas que no sólo enriquecen la trama principal sino que en sí mismas son muy interesantes.

La novela se estructura en cinco grandes partes subdivididas a su vez en capítulos, con un total de ochenta y nueve. Son capítulos cortos, de esos que lees uno y, cuando lo acabas, te dices “sólo uno más”. En la novela hay mucho diálogo, lo que da mucho ritmo a la historia. La tensión se mantiene constante y el hecho de que haya alternancia entre las diferentes subtramas y la principal hace que el avance sea aún más ágil.

Conclusión final

A mí me ha convencido por completo. He disfrutado muchísimo con una lectura trepidante, una trama compleja muy bien resuelta y unos personajes potentes, sobre todo la inspectora protagonista. Una novela negra escrita a ritmo de thriller, muy visual y entretenida que no dudo en recomendaros.
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