Me ha costado entrar en esta novela por la voz narrativa, que pese a ser bonita y poética, en ocasiones resulta repetitiva. Como digo, me ha costado entrar, aunque lo he logrado. He conseguido captar la angustia de Camille, abandonada a su suerte en un manicomio, sufriendo la indiferencia de su madre. He esperado con paciencia las visitas de su hermano Paul. Visitas que realizaba cada lustro, y mientras tanto, Camille continuaba esperando… Una novela sin un solo diálogo, donde conocemos a Camille, sus amores, sus pasiones y su injusto encierro durante treinta años. Una novela hermosa que te deja triste porque no es ficción, y que te invita a conocer la obra de esta magnífica escultora que una servidora desconocía hasta la lectura de este libro. |