Las ratas

Tendemos a ver, los urbanitas, la vida en el campo como bucólica. Delibes nos da un azote en la cara y con este libro nos muestra una vida dura, abnegada. Pendiente de un cielo en el que nunca llueve a gusto de todos y el sol no es sinónimo de bonanza. Una vida que transcurre en el pasar del santoral, en la misma semejanza en que las nuestras transcurre de hora en hora. Y es que la vida de ellos va marcada por el arado, la siembra, la recolección, la caza, la veda, la migración de las aves, el chirrido de las chicharras, las nubes, el sol y tantas y tantas cosas de las que apenas somos conscientes de su existencia o de su importancia.

Es la España rural de mediados del siglo XX. Un niño, Nini, con un don natural que le permite conocer y entender las cosas naturales, aquellas que no han sido inventadas por el hombre y sí por la naturaleza, nos pasea por esos campos resquebrajado por el sol, o la helada. Sus cerros, su riachuelo, su pequeño pueblo lleno de habitantes singulares. Conocemos al tío Ratero, su padre o su tío, el autor, Delibes, no quiere entrar en este lío. El oficio del tío Ratero es el de cazar ratas. Las ratas es un alimento en esa España de hambruna y no las veamos cómo las que conviven con nosotros en nuestras cloacas. Son ratas de campo y tan buenas, o mejor, que las liebres, afirma el señor alcalde.

Un excelente libro que leí, por primera vez, de adolescente (nunca agradeceré a mí profesor de literatura por hacerme leer este libro) y que hoy he vuelto a releer.