Poco se puede decir ya del que, para mí, es el mejor escritor español del siglo XX. En esta novela vuelve a adentrarse en la Castilla más rural, profunda y deprimida de mediados de siglo, para narrar todo lo que ocurre en el pueblo desde la óptica del Nini, un niño con gran capacidad de observación y aprendizaje que lo convierte en un pequeño gurú de sus convencimos, gentes simples y supersticiosas atados, casi como una maldición, a la tierra y tan temerosos de Dios como de las inclemencias del tiempo. A pesar de lo corto que es, la narrativa es tan rica, tan densa de contenido y tan descriptiva, que da la sensación de que no estás leyendo una historia, sino decenas de pequeñas historias que se van sucediendo sin descanso, todas ellas destilando naturalidad y vida. Una maravilla de libro. |