El silencio

"¿Y no es extraño que ciertos individuos hayan parecido aceptar el apagón tecnológico? ¿No será que siempre lo han deseado?"

Mi primera vez con Don DeLillo ha sido agridulce, como la esencia de su novela más corta, la condensación de un universo que se contrae, la divergencia de su contenido se me fue evaporando. Probablemente no sea su obra idónea para presentarse, pero es atrayente su premisa de un mundo que sucumbe ante nuestra peor pesadilla: la muerte tecnológica.

DeLillo esbozaba o remataba su trabajo cuando entrábamos en confinamiento, la pandemia de nuestros días eclipsaba sus líneas apocalípticas de forma real y aplastante. Lo que cabe más aterrador que esa "nueva normalidad" actual es el desborde y desplome tecnológico, sin pantallas, ni internet, ni la globalización... podríamos acudir a los textos de Einstein de principios de siglo XX, una labor inefectiva, de cabeza al ostracismo y a la zombificación individual y grupal.

El silencio es un relato que no llega al centenar de páginas realmente reflexivo, más en este momento, en donde un grupo de personajes, más cerca del esnobismo que del ciudadano real, se pierden entre 'el corte' y no he conectado con sus extravagantes acciones frente al miedo. Un texto cerca del arrebato autoral plagado de formalismos, secos aforismos y teorías videntes. Por suerte, no se hace pesado.

Un breve libro del desasosiego, necesita que levantemos un muro de contención y comprobar su poso. Podemos estar ante un relato hijo de su tiempo que se pliega sobre sí mismo o un simple panfleto existencialista para amenizar esa cita que llega tarde o un viaje en tren.