Rinconete y Cortadillo

RINCONETE Y CORTADILLO es la incursión de Cervantes en la picaresca. Abunda el lenguaje de germanía (imprescindibles las notas a pie de página para entender el léxico de esta novela), los juegos de palabras y el humor verbal (deformaciones vulgares de las palabras por parte de los pícaros). La descripción de Monipodio, el jefe de los ladrones, organizador de sus fechorías, está llena de humor irónico: «Llegose en esto la sazón y punto en que bajó el señor Monipodio, tan esperado como bien visto de toda aquella virtuosa compañía. Parecía de edad de cuarenta y cinco a cuarenta y seis años, alto de cuerpo, moreno de rostro, cejijunto, barbinegro y muy espeso; los ojos, hundidos. Venía en camisa y por la abertura de delante descubría un bosque: tanto era el vello que tenía en el pecho … las manos eran cortas, pelosas y los dedos gordos y las uñas hembras y remachadas; las piernas no se le parecían, pero los pies eran descomunales de anchos y juanetudos. En efeto, él representaba el más rústico y disforme bárbaro del mundo.»
Pero lo mejor es el episodio de la prostituta aporreada por su chulo que busca refugio en el patio de Monipodio y es aconsejada por otra de su oficio sobre lo que hoy llamaríamos violencia de género: «…quiero —dijo— que sepas, hermana Cariharta, si no lo sabes, que a lo que se quiere bien se castiga y cuando estos bellacones nos dan y azotan y acocean, entonces nos adoran; si no, confiésame una verdad, por tu vida: después que te hubo Repolido castigado y brumado, ¿no te hizo alguna caricia? —¿Cómo una? —respondió la llorosa—. Cien mil me hizo y diera él un dedo de la mano porque me fuera con él a su posada y aun me parece que casi se le saltaron las lágrimas de los ojos después de haberme molido. —No hay dudar en eso —replicó la Gananciosa—. Y lloraría de pena de ver cuál te había puesto; que en estos tales hombres, y en tales casos, no han cometido la culpa cuando les viene el arrepentimiento y tú verás, hermana, si no viene a buscarte antes que de aquí nos vamos y a pedirte perdón de todo lo pasado, rindiéndosete como un cordero.»
El libro de encargos que custodia Monipodio que incluye «Memoria de cuchilladas que se han de dar esta semana y Memoria de palos…» si es invención de Cervantes, es muy divertida, aunque probablemente haya existido algo similar. También es desternillante el momento del caballero que ve frustrado su encargo porque tenía pagada una cuchillada de catorce puntos a un mercader y el rufián no lo ha cumplido porque la víctima tenía la cara pequeña y le tuvo que dar la cuchillada de a catorce a su criado.
La novela queda inacabada prometiendo una continuación, que por desgracia no escribió Cervantes. Para mí es la mejor novela de las ejemplares de Cervantes digna de figurar junto a «El Buscón» de Quevedo o el «Lazarillo».