La Gitanilla

Es curioso cómo se describe como ladrones sin remedio a los gitanos en esta novela de principios del siglo XVII. Así se inicia: “PARECE que los gitanos y gitanas solamente nacieron en el mundo para ser ladrones: nacen de padres ladrones, críanse con ladrones, estudian para ladrones y, finalmente, salen con ser ladrones corrientes y molientes a todo ruedo; y la gana del hurtar y el hurtar son en ellos como acidentes inseparables, que no se quitan sino con la muerte”. La gitanilla del título resulta ser una noble raptada en su cuna por una gitana (esto se descubre al final). Esto explicaría la nobleza y las magníficas cualidades de Preciosa. 
Destaco dos cuestiones: la diatriba contra los celos que aparece en esta novela (habitual en Cervantes) y el retrato de la justicia de la época: sólo aplicable a los desgraciados y desprotegidos de la fortuna: los nobles están exentos aunque cometan un crimen. Se soluciona simplemente con indemnizar a la familia del asesinado. El crimen del falso gitano Andrés se justifica porque ha sido insultado y abofeteado. Así se describe el suceso : “Y, diciendo esto, sin más ni más, alzó la mano y le dio un bofetón tal, que le hizo volver de su embelesamiento, y le hizo acordar que no era Andrés Caballero, sino don Juan, y caballero; y, arremetiendo al soldado con mucha presteza y más cólera, le arrancó su misma espada de la vaina y se la envainó en el cuerpo, dando con él muerto en tierra”. Es bonito eso de envainar la espada en el cuerpo de la víctima y el juego de palabras con el apellido Caballero.