El consenso humano de que la tierra termina su recorrido anual alrededor del sol el 31 de diciembre no es más que un accidente de la historia, una decisión arbitraria que podía haberse tomado de muchas otras formas. 364,25 otras formas, en realidad. Pero no. Se tomó la decisión de que fuera el 31 de diciembre, lo que supuso que esa fecha se convirtiera para siempre en sinónimo de la idea de fin, que, por supuesto, no cabía separar de la de comienzo. Porque incluso cuando decimos un alegre adiós a todos los borrones y tachones de la página sucia del año que se va, estamos deseando pasar a la nueva, que aún está en blanco y llena de potencial. El mañana.
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