- Libre, rica y feliz ayer, perseguida y humillada hoy, repito siempre lo mismo: ¡Soy la hija de la que fue una de las más grandes soberanas de tu país! Levantó la cabeza. Su rostro se había transfigurado. Dominadora y altiva, sus palabras llevaban desprecio y orgullo: todo en ella estaba lleno de majestad. |