No ha sido lo que me esperaba. Quizás se deba principalmente a mi manía de no leer sinopsis ni conocer nada acerca de la premisa que me espera y, especialmente, por dejarme llevar con pequeñas ideas preconcebidas de lo que veo o de lo que me imagino que va el libro al echar un muy pequeño vistazo a la sinopsis, sin leerla entera ni indagar más allá de lo superficial. Sí, es probable, porque pensaba que se trataba de un libro basado en Japón, ya de primeras nos muestra a un Madrid con una cultura española; pensaba que hablaría de la cultura japonesa, de cómo no pueden mostrar sus sentimientos y las lágrimas solo las guardan para sí mismos o para esos grupos en los que se permite llorar frente a otros. Nada que ver. En absoluto. «Guía práctica del llanto» habla de dos personas rotas, cada uno con su pasado y sus circunstancias. Dos personas que se encuentran y se conocen de una manera peculiar, pero que encaja con el estilo de la historia y con cómo llevan sus vidas hasta ese momento. Dos personas rotas que llevan años sin llorar, se proponen hacerlo en un plazo máximo de seis días. En esos seis días, los capítulos se van alternando entre recuerdos y referencias cinematográficas que, aunque al principio les veía la conexión con los personajes, llega un punto en el que solo me parecían relleno, un relleno que no llevaba a ninguna parte ni tampoco aportaba nada a la trama ni a los personajes, los protagonistas no pintan nada en ese cúmulo de páginas que nada tienen que ver con ellos. No tiene diálogos, pero sí una manera de escribir bastante bonita. Podría ser suficiente si hubiera conocido únicamente la vida de sus dos protagonistas, me interesaba conocer su pasado y desentrañar sus sentimientos del presente, pero se pierde entre tanta página y desarrollo de personajes del cine. Y, como cada vez había más referencias y menos vida de los protagonistas, iba bajando la nota poquito a poco hasta quedar en este insulso dos... no puedo darle más, pero los personajes en sí y la pluma de la autora no han sido malos, así que tampoco puedo darle menos. + Leer más |