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Crítica de Carampangue


Carampangue
19 March 2019
Antes de hablar de la obra, hablemos un momento de la autora: Sor Juana Inés de la Cruz es una figura fascinante de la Colonia en Latinoamérica: una monja que en el siglo XVII escribía poemas de amor, favorita de todos los cortesanos, que tocaba instrumentos, que era publicada en toda América y España, que se atrevía a hablar de teología y a contradecir a los sacerdotes sobre la doctrina (!). Y, sobretodo, una poetisa brillante, con facilidad natural para la versificación, y capaz de entrar en temas difíciles, como lo hace en su obra "El sueño".

Dicho esto, veamos un poquito a propósito de qué nace esta Respuesta, y a quién responde. En el año 1690 es publicada la Carta Atenagórica (ya el nombre nos dice que se tratará de una carta de sabiduría), en la cual Juana Inés discute las ideas teológicas del jesuita Antonio Vieira, un afamado predicador portugués, refutando las ideas de éste.

Sin embargo, no fue Vieira quien le contestó a Sor Juana, sino el propio obispo de Puebla, Manuel Fernández de Santa Cruz. Un obispo, en el siglo XVII, era un hombre poderosísimo, y que reprendiera públicamente a una monja, una situación grave. En este caso, la reprensión llegará bajo la forma de una carta, en la que usando el seudónimo de "Sor Filotea de la Cruz", el obispo le decía a Sor Juana que debiera dedicarse más a las lecturas piadosas que a escribir de asuntos profanos, así como también señala que las mujeres, una vez que han sido educadas, pueden volverse desobedientes. Claramente, el obispo actuó ajustándose a los principios machistas de la época.

Sin embargo, sorprende la respuesta de Sor Juana Inés: mostrándose agradecida de su hermana Filotea, valora sus consejos, pero defiende su derecho a estudiar. Pone como ejemplo a Hipatia, la filósofa griega asesinada al inicio de la Cristiandad, y cuenta su propia historia: cómo ella ha ansiado el saber, desde muy niña, que pidió que le enseñaran a leer siendo pequeña, o que se castigaba a sí misma si no aprendía las lecciones cortándose el cabello, porque "no me parecía razón que estuviese vestida de cabellos cabeza que estaba tan desnuda de noticias".

Sor Juana plantea que, si bien ha escrito de temas profanos, lo ha hecho siempre a petición de otros, que por gusto propio no había escrito más que "un papelillo al que llaman El Sueño". Defiende apasionadamente el amor por el saber, sea en los libros o en la cocina o en cualquier lugar.

Y en lo que refiere a la sugerencia de Sor Filotea de que escribiera mejor de asuntos religiosos, no solamente señala sentirse incapaz de abordar asuntos tan trascendentales, sino que apunta que, así como las mujeres son tenidas en la ignorancia, hay hombres que con sólo serlo ya creen estar capacitados para discursear, en circunstancias de que cualquiera, hombre o mujer, debería estudiar y prepararse mucho antes de atreverse a hablar de asuntos divinos.

La Respuesta a Sor FIlotea es un texto valiente, una respuesta formidable al tradicional machismo de la Iglesia Católica, y una apasionada defensa del derecho al saber, para hombres y mujeres. Si bien lamentablemente Sor Juana pronto terminaría su carrera escribiendo, renunciaría a todo saber y escritura, y consagraría sus últimos días a la oración, sometiéndose a la voz de sus maestros y confesores, nos deja este documento para que nunca olvidemos su voz.

Recomendada absolutamente para quienes les interese la historia de Hispanoamérica, la historia de las mujeres o los derechos femeninos.
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